(“Wherever green is worn, the story of the Irish diaspora”)
Por TIM PAT COOGAN
Traducción Libre de
JOSÉ B. WALLACE
CAPITULO 9
AMÉRICA LATINA
“Fue algo horroroso” dijo el Padre Kevin O’Neill. “Sangre
salpicada por todas partes. La alfombra empapada en sangre. Se encontraron
setenta y tres vainas servidas del arma con silenciador, que se utilizó para
ultimarlos por la espalda; aparentemente los mataron arrodillados. Primero los
identificaron, porque sus documentos personales estaban sobre la mesa. Los
asesinos vinieron en dos autos. Estuvieron esperando a que llegaran los
integrantes de la Comunidad Palotina durante dos horas frente a la parroquia.
La mortandad pudo haber sido mayor si no fuera que uno de ellos había viajado a
Colombia, otros dos estaban en un retiro y el cuarto había ido a visitar a unos
familiares.”
El espantoso incidente, al que
retornaremos más adelante, en cierta medida tipifica el destino de muchos de
los irlandeses que vinieron a América Latina con el karma de servir a los principios
cristianos y se encontraron con que debieron enfrentarse a unas fuerzas armadas
totalmente opuestas a esa filosofía.
LOS PRIMEROS EN LLEGAR
Como se ha dicho, los monjes irlandeses
han sido los primeros europeos en llegar a América. Hasta se ha insinuado que
San Brendan, que partió de Kerry, pudo haber sido el prototipo del dios
Quetzalcóatl de los aztecas, porque la deidad es descripta como un ser alto,
rubio y barbado. De todas maneras, se puede afirmar casi con certeza, que
los irlandeses llegaron a América Latina de tres maneras distintas: La primera
a través de las fuerzas navales británicas y españolas -por cuanto Inglaterra y
España eran los imperios colonizadores más poderosos y a su vez adversarios que
se disputaban el poder en la región- lo que significó que era muy común
encontrar irlandeses luchando en uno u otro bando, tanto en el sur como en el
norte de América. La segunda corriente fue a través de las misiones y la
tercera, principalmente a la Argentina, como inmigrantes.
Los primeros en arribar a la Argentina
fueron los hermanos Farell, que desembarcaron en 1510 en el Río de la Plata con
el expedicionario Pedro de Mendoza, siendo éste el único dato fidedigno que se
posee. El primer irlandés que dejó sus marcas en el continente fue el Jesuita
Thomas Field, que llegó al Brasil en vísperas del año nuevo de 1597. Alrededor
de diez años más tarde se fue al Paraguay y salvó su vida milagrosamente cuando
su embarcación rozó a un barco pirata inglés en el estuario del Río de la
Plata. Los piratas tomaron su embarcación y la remolcaron mar adentro
abandonándolo con cinco barriles de agua potable a bordo. De alguna manera
llegó a salvo a Asunción junto a otros dos Jesuitas, un portugués y un
italiano, y entre los tres levantaron una provincia de la congregación que
abarcaba el moderno Paraguay, Uruguay y gran parte de la Argentina y de
Bolivia.
En gran medida, Field fue quien influyó
en el establecimiento de las reducciones Jesuíticas entre los guaraníes. Con
los años, estas villas misioneras adquirieron fama internacional a través de la
película “La Misión” ( ) filmada en el mismo escenario de los acontecimientos.
Por algún tiempo los asentamientos fueron refugios seguros para los guaraníes
contra la depredación que iniciaron los cazadores de esclavos españoles y
portugueses. No obstante, como se muestra en el film apuntado, las villas eran
finalmente arrasadas; pero las ruinas de la cultura guaraní ( ) todavía
permanecen y son atribuidas a los jesuitas. Más tarde, muchos jesuitas y
religiosos -y algunos no tan religiosos- siguieron las huellas de Field, a
quien se lo indica como el primer sacerdote irlandés que celebró misa en
América...
LLEGAN LOS PRIMEROS IRLANDESES
Se estima que los primeros irlandeses
que se establecieron en América Latina lo hicieron en 1612 a lo largo del
Amazonas. Eran comerciantes del tabaco de la firma anglo-irlandesa Philip
Purcell. Entre el séquito había personajes pintorescos que acompañaron a
Purcell en 1620, entre ellos Bernard O’Brien, que trabó una gran amistad con
los indígenas. Los irlandeses mantuvieron sus propiedades en el Amazonas,
gracias a la defensa que hicieron de los indígenas contra los portugueses. Si
nos atenemos a lo que O’Brien escribió en su diario, es probable que haya
empleado mejores métodos a los utilizados por los conquistadores comunes,
cuando dice:
“Este es un país donde no se encuentran
hombres, pero sí muchas mujeres... ‘Amazonas’. Estas mujeres tienen el pecho
del lado derecho muy aplastado, igual que el de los hombres, seguramente (tratado)
para que no se desarrolle y poder así disparar sus flechas, mientras que el
pecho izquierdo es tan abultado como el de cualquier otra mujer. Están armadas
(sic) como los indios. Su reina se llama Cuna Muchu, que quiere decir ‘gran
mujer o dama”. ( )
En su diario O’Brien continúa
describiendo de qué manera vistió a esta gran mujer: ‘Con una camisa holandesa
de lino blanco, de la que ella estuvo muy orgullosa’ y al finalizar la
semana, cuando debió marcharse con la promesa de volver, escribió: ‘ella y sus
compañeras manifestaron la pena que sentían por mi partida’ A todo esto, los
portugueses también se habían sentido ‘apenados’ por la llegada de los
irlandeses, y en 1625 masacraron a una partida de soldados irlandeses y
holandeses en Mandiutuba, entre los que se encontraba Phillip Purcell. De ahí
en más, las noticias provenientes del asentamiento irlandés en la región fueron
interrumpidas por muchos años y los intereses irlandeses se centraron en las
Antillas occidentales, particularmente en la isla de Montserrat. ( )
LA INFLUENCIA DE O’HIGGINS
Mas tarde apareció en escena un notable
irlandés: Ambrosio O’Higgins, que nació en Sligo en 1721 y trabajó como cadete
mensajero para Lady Bective en Dangan Castle de County Meath. Su oportunidad
emancipadora llegó cuando un tío lo envió a Cádiz, España, donde llegó a ser el
más importante funcionario español en Sur América: el Virrey del Perú. Se lo
recuerda por haber sido la antorcha que iluminó el liberalismo en el círculo
marítimo rodeado de tiranías y esclavitud. Abolió el sistema de ‘encomienda’ a
través del cual las tierras y la gente eran entregadas a aventureros españoles
para ser despiadadamente explotados para beneficio de sus nuevos dueños. En su
lugar implantó el sistema ‘inquilino’ a través del cual se les entregaba
gratuitamente tierras y semillas a los trabajadores, para que la trabajaran lo
mejor que pudieran.
O’Higgins murió en 1801; a su muerte,
su hijo ilegítimo Bernardo O’Higgins retornó al Perú desde Inglaterra y reclamó
sus bienes por herencia. El joven Bernardo demostró que había heredado algo de
la filosofía de vida de su padre, convirtiéndose posteriormente en el
libertador de Chile. No obstante, se encontró con severas críticas debido a sus métodos
autoritarios. A causa de ello debió huir al Perú, donde luchó junto a Bolívar.
Sin embargo, se lo recuerda muy bien en Chile, a tal punto que en 1996 el
Gobierno Chileno obsequió al pueblo de Irlanda un busto de Bernardo, que hoy se
encuentra emplazado en la Plaza Merrion ( ) de Dublín.
SOLDADOS DE BOLÍVAR
Para los soldados irlandeses, Simón
Bolívar fue una gran atracción. Cuando Bolívar hizo un gran llamamiento a
voluntarios ingleses para que se le unieran a la campaña libertadora de
Venezuela y Colombia, la mayoría de los que respondieron a esa convocatoria
fueron irlandeses. Desocupados como resultado del fin de las guerras
napoleónicas, estos soldados lucharon bajo las órdenes de un comandante
irlandés llamado Arthur Sandez, del Condado de Kerry.
En la guerra por la independencia
venezolana, los irlandeses adquirieron mayor prestigio que otros contingentes
que lucharon para Bolívar bajo las órdenes de John Devereux. Estas tropas
llegaron a Latino América entre septiembre de 1819 y mayo de 1820, y al
parecer no hubo ningún arreglo con ellos respecto a la comida y el pago.
Además, muchos de estos soldados fueron muertos en un enfrentamiento en Río
Hacha, lo que provocó posteriores motines. Mas tarde las tropas fueron
embarcadas vía Jamaica, mientras Bolívar comentaba: ‘Estoy satisfecho de haberme
desprendido de estos viles mercenarios que no matan si no se les paga’.
Este es un excesivo juzgamiento a las tropas de Devereux porque, al menos en
algún momento, tuvieron un alto coeficiente de idealismo y coraje para
alistarse a las órdenes de Morgan O’Connell un hijo del libertador irlandés,
Daniel O’Connell.
Los irlandeses también sirvieron con
distinción en la legión anglo-irlandesa y tomaron parte en el afamado cruce de
los andes en 1819, además de participar en otras luchas cruciales que
posibilitaron el triunfo de Bolívar, como la batalla de Carabobo ( ), en la que
una legión irlandesa de 350 hombres sufrió más de 150 bajas. Los irlandeses
pelearon con tanta bravura que a todos los sobrevivientes se los condecoró con
la Orden del Libertador, y la legión, que todavía existe como unidad de las
fuerzas armadas venezolanas, fue renombrada como Batallón Carabobo.
Bolívar prefería a los irlandeses como
ayudantes de campo, porque consideraba que reunían las condiciones de lealtad y
coraje. Uno de ellos, William Ferguson, fue muerto por salvar al libertador de
ser asesinado en Bogotá en 1828; pero el más famoso de los ayudantes fue Daniel
Florence O’Leary, nacido en Cork en 1800 y que tomó parte en el cruce de
los andes y luego uno de los principales diplomáticos de Bolívar. Negoció la
tregua con los españoles en 1820 e intentó infructuosamente unir a Perú,
Bolivia y la Gran Colombia (Venezuela, Colombia y Ecuador) O’Leary viajó a
Londres, París y Madrid en busca de apoyo diplomático para el reconocimiento de
Venezuela, y fue tan bien catalogado por los británicos, que lo nombraron
‘chargé d’affaires’ en Bogotá. Sus escritos sobre las guerras de la
independencia aún hoy son materia de estudio en Latino América. Una de las
principales plazas de Caracas lleva su nombre y el gobierno venezolano también
erigió frente a su casa natal en la ciudad de Cork, una placa a su memoria.
LOS MARINOS IRLANDESES
Los irlandeses jugaron un papel
preponderante en la historia de la marina latinoamericana. Entre ellos se destaca
la figura de Guillermo Brown, el hombre del Condado de Mayo que fundó la armada
naval Argentina. La armada naval brasileña - gran rival de la marina Argentina
- también le debe mucho a los descendientes de los Wild Geese, ( ) tales como
Diego Keating, su hijo también llamado Diego, Jorge Cowan y Diego O’Grady.
Todos eran oficiales de la marina portuguesa y cuando el rey lusitano buscó
asilo en Brasil en 1808, estos marinos se embarcaron junto a la familia real y
se instalaron en el país carioca.
Las fuerzas navales ecuatorianas,
uruguayas y chilenas también fueron fundadas por irlandeses. La ecuatoriana por
Thomas Wright de Drogheda, a quien se lo consideró ‘el arquitecto de la derrota
del poderío español en Sur América’ como consecuencia de su victoria en la
batalla de Callao. La armada naval uruguaya fue fundada por Peter Campbell
de Tipperary y la chilena, a instancias de Bernardo O’Higgins, por George
O’Brien, que perdió la vida durante una batalla en alta mar en la que había
capturado unos cuantos barcos españoles. Así como O’Higgins, su reputación
perdura actualmente en Chile y algunas embarcaciones llevan su nombre.
LOS LYNCH
Otro héroe naval chileno de gran prestigio,
pero de bajo perfil fue Patricio Lynch. Era un genio en tecnología, que había
servido en la armada británica durante las guerras del opio y del pacífico. Se
dice que fue pionero en estrategias de guerras navales, las que no fueron
reveladas hasta después de finalizada la segunda guerra mundial. Sin embargo,
mientras gobernó militarmente en Lima en 1880, fue hallado culpable de actos
atroces contra los peruanos. A pesar de ello, y para el honor de los
irlandeses, su conducta fue denunciada por otro prominente chileno irlandés, el
escritor y político Benjamín MacKenna. En recompensa a su valor y destreza
demostrada en la toma de Lima, Lynch pasó a formar parte del cuerpo diplomático
chileno y fue designado embajador ante España. Hubo otra famosa -o tristemente
célebre- portadora del nombre Lynch: Elisa Alicia Lynch. Había nacido en Irlanda
y cuando apenas tenía 15 años (1850), contrajo matrimonio con un médico de la
armada francesa, al que abandonó tres años más tarde. A pesar de -o tal vez a
causa de- haber adquirido una reputación no muy bien mirada en París, se la
presentaron a Francisco López, el heredero del dictador del Paraguay. López la
llevó consigo a Asunción donde tuvieron cinco hijos. Cuando Francisco sucedió a
su padre en la presidencia en 1862, desafió a la chismería y nombró primera
dama a su mujer. La pareja gozó durante ocho años del poder, la opulencia y la
felicidad. Elisa estuvo siempre al lado del dictador durante la guerra de la
triple alianza (1865-70) y tuvo una influencia significativa sobre sus
decisiones. También presenció la ejecución de su marido en 1870, al que dio
sepultura junto a su hijo mayor. Finalizada la guerra fue deportada, muriendo
pobre, desolada y olvidada en Jerusalem en 1886. ( )
Sin embargo, el más famoso Lynch que
existió en Sur América fue un hombre que prescindió de su nombre: Ernesto Guevara
Lynch, popularmente conocido como “la che Guevara”. Los ancestros del
revolucionario cubano eran irlandeses emigrados a la Argentina en la mitad del
siglo XVIII, donde formaron ‘una acomodada familia de estancieros’. ( )
CUBA
Mucho antes de que entrara en escena
“el Che Guevara”, Cuba sentía una fascinación especial por los irlandeses
revolucionarios. Considerando que Cuba es una isla, y su lucha por su
independencia contra un poderoso vecino colonialista tenía mucho en común con
los irlandeses, motivó esa especial seducción de los cubanos por Irlanda.
Diplomáticos irlandeses me han confirmado que, en privado, Fidel Castro
frecuentemente expresó su admiración por Irlanda y su lucha por la
independencia.
Uno de los clásicos acontecimientos de
la lucha cubana fue escrita por un Feniano irlandés: J.J. O’Kelly, que había
servido en la Legión Extranjera Francesa en Argelia y México, y posteriormente
devenido en corresponsal para el New York Herald. Con este trabajo, en 1873
logró entrar camuflado en un área cubana que estaba bajo el control del famoso
general cubano Carlos Perfecto Manuel de Céspedes. Cuando volvió a cruzar la
frontera entre Cuba y el territorio controlado por España, fue tomado
prisionero y hasta se temió que fuera fusilado. El caso se convirtió en cause
célébre tanto en Cuba como en los Estados Unidos, donde los simpatizantes
lograron blanquear su grave situación con la Casa Blanca. Una temporaria toma
del poder en España por parte de los republicanos parece ser una de las causas
que salvaron su vida; luego fue deportado a Madrid donde posteriormente fue
liberado. De Madrid tomó rumbo a Gibraltar y luego volvió a América, y en 1874
recopiló sus artículos publicados por el Herald y editó un libro: “La tierra de
Mambi – o Aventuras de un corresponsal del Herald en Cuba”.
“Mambi” era un término insurgente que
ellos mismos se aplicaron. Proviene de un dialecto africano que puede
interpretarse como ‘bandido’ o bien como ‘rebelde’. ( ) El libro tuvo gran
éxito cuando fue traducido al español. Cuando se cumplió el centenario de la
revolución que O’Kelly había cubierto, Fidel Castro se contrarió por la
publicación de una nueva edición de ‘Mambi’, que incluía un amplio y
pormenorizado perfil del autor. Finalmente, O’Kelly retornó a Irlanda, donde se
incorporó como miembro del Irish Parliamentary Party (Partido Parlamentario
Irlandés) siendo un incondicional Parnellista. ( ) Murió en el momento justo,
en 1916, un año altamente revolucionario.
O’Kelly tuvo más suerte que su
contemporáneo Charles Ryan, simpatizante de los fenianos ( ) y también
partidario de la causa cubana. Mientras estuvo en Washington en viaje de
negocios, conoció al General Domingo de Goicuría (cubano), que lo entusiasmó
para que tomara las armas a favor de la causa de su patria en vez de la de los
fenianos. Después de un año de servicio activo se había ganado suficientemente
la confianza de los cubanos como para ser enviado a Washington a reclutar
voluntarios. Lamentablemente se había hecho de muchos amigos españoles y lo capturaron
antes de que pudiera ingresar al sector cubano, y en 1873 lo ejecutaron a pesar
de las protestas y reclamos que en Nueva York organizaron sus partidarios del
Clan na nGael. ( )
Por esos días los intereses irlandeses
en Cuba se acrecentaron a través de encuentros deportivos (principalmente
boxísticos) y del turismo con apoyo diplomático sensiblemente cauteloso. La
política exterior irlandesa ha sido siempre censurar los abusos a los derechos
humanos en Latino América en general, antes que alinearse con las condenaciones
propuestas por los Estados Unidos sobre Cuba. En 1988 Irlanda rechazó su apoyo
a una resolución contra Cuba, impulsada por Estados Unidos ante las Naciones
Unidas. Fue precisamente cuando este libro se estaba escribiendo, que Dublín
buscaba el apoyo de la Casa Blanca de Clinton para el proceso de paz irlandés.
Sin embargo -a pesar de la situación política que atravesaba Irlanda en esos
momentos- rehusó apoyar las sanciones contra La Habana. En 2000 ambos países
intercambiaron embajadores sobre la base de no residencia.
APOYOS VALIOSOS
El buen manejo de los intereses
irlandeses en las cuestiones latinoamericanas deriva de la influencia y la
información provista por los misioneros irlandeses y las ONG. El tipo de
represión e injusticia contra las que debieron batallar será dado con mayores
detalles en el contexto argentino. Por eso es suficiente decir en este segmento
que, como resultado de su tradicional preocupación sobre el tema de los
derechos humanos, Irlanda obtuvo un número considerable de apoyos muy valiosos
en las Naciones Unidas. En 1981 el titular del Ministerio de Relaciones
Exteriores, James Dooge, se opuso al pedido de Washington para que Irlanda
apoyara una declaración Franco-mexicana en contra del partido FDR-FMLN de El
Salvador. Al año siguiente, Noel Dorr, entonces embajador irlandés ante las
Naciones Unidas se opuso abiertamente a los deseos de Washington de aceptar un
trato entre Nicaragua - que en ese momento estaba amenazada por una invasión de
Estados Unidos - y Norte América, quienes querían el reparto, no a través de
las Naciones Unidas, sino a través de la Organización de Estados Americanos
(OEA). En un vibrante discurso, Dorr criticó severamente el ‘injusto y
represivo régimen de Somoza’, que por supuesto, los americanos respaldaban. En
aquella ocasión Dorr dijo:
“Pequeñas naciones, cuyas reales
necesidades son alcanzar la paz y el desarrollo, han sido dejadas de lado en
medio de luchas civiles, en tanto la violencia construye una sociedad de
estructuras injustas que afecta a muchas generaciones. Por eso, cuando se
cuestionan estas estructuras, es una señal de que necesitan modificarse ciertas
conductas. Ante esta señal de necesidad de cambios, la dirigencia elitista
reacciona con la represión porque sus posiciones se ven amenazadas e insiste
mantenerse en el poder por la fuerza, sin tener en cuenta la expresión del
descontento popular. De esta manera, la muerte y las heridas se han
vuelto tan comunes y corrientes - por no decir triviales...” ( )
La más clara influencia que se ha
manifestado en la diáspora irlandesa ha sido la política doméstica de Irlanda.
Así quedó demostrada en ocasión de la visita que hizo el presidente de los
Estados Unidos Ronald Reagan a Irlanda en 1984. La primera reacción irlandesa,
particularmente del americano irlandés, fue de alarma cuando vieron por TV que
se quemaba una bandera de los Estados Unidos en Dublín. Hubo tantas protestas
ante la visita de Reagan que su equipo de asesores le aconsejaron que concediera una
entrevista a la RTE (radio televisión irlandesa) antes de iniciar su visita.
Reagan declaró ante la televisión irlandesa que las críticas sobre su visita
fueron fogoneadas desde una organización roja mediante una acción orquestada
por cubanos y rusos. La organización católica Trocaire, ( ) publicó un
comunicado rebatiendo una lista de gruesos errores en los que incurrió el
presidente durante la entrevista, mientras la jerarquía católica boicoteaba la
visita. Cuando Reagan asistía a un banquete oficial en Dublín Castle, alrededor
de 10.000 personas rodearon el castillo con velas encendidas en señal de
protesta. Hubo también manifestaciones en contra de la política estadounidense,
cuando la Universidad de Galway le otorgó el título de honoris causa, y durante
las manifestaciones, cuatro monjas cargaron un féretro portando ramos de
flores, y en cada uno de ellos estaban los nombres de las monjas asesinadas por
los militares en El Salvador en 1980.
Una de estas mujeres asesinadas
fue Jean Donovan, una estadounidense que, estando de vacaciones en Cork, tomó
contacto con un movimiento religioso que tenía planeado abrir una misión en el
Perú, la que estaría a cargo del Padre Michael Crowley. La mujer se mostró muy
entusiasmada con la idea y cuando regresó a Cleveland, se anotó como voluntaria
para misionar en El Salvador. Claro que para ella las consecuencias fueron
fatales. Es por eso que insisto en que los lazos de Irlanda con América Latina
se han ido acrecentando a través de la memoria. Todos los años desde 1984 un
experto en asuntos latinoamericanos visita la Universidad de Cork y en cada
acto se eleva un ruego para recordar a Jean Donovan.
ESTRECHANDO LAZOS
Dublín tiene intenciones de estrechar
mayores lazos con América Latina. Los pasos comerciales, turísticos y las
visitas oficiales se están acelerando. La presidente MacAlese visitó México en
1999, y antes de finalizar el año fue acreditado un embajador. (Fue designado
Art Agnew, exembajador en Buenos Aires) Hasta ahora Irlanda fue
representada en México por una de las figuras más animadas que existe en las
penumbras de los consulados irlandeses, sin dudas un producto de la diáspora,
Rómulo O’Farrill que también tiene intereses en la televisión y en los negocios
de hotelería.
Irlanda ya tiene lazos comerciales
significativos con México a través de una amplia corporación como el Grupo
Kerry y el Smurfit, un gigante en embalajes. Por otro lado, el turismo irlandés
también se ha acrecentado. Hay un solo eslabón irlandés que se ha visto algo
atenuado, pese a todo. La nueva ley de divorcio implantada en 1997 ha afectado
la costumbre de los más pudientes de volar a Acapulco para obtener un divorcio
a la mexicana, además de un buen bronceado solar, no necesariamente en ese
orden.
Divorcio aparte, el potencial que
existe para la expansión comercial irlandesa, no solamente en México, sino en
todo Latino América en general, es enorme. Brasil es el próximo país para la
apertura de una embajada. Estaba previsto abrir una al mismo tiempo que en
México, pero el costo que significó la inauguración de un consulado general en
Escocia y Gales, más los gastos originados en el traslado de la embajada en
Alemania desde Bonn a Berlín, fue la causa de esta demora.
LOS MÁRTIRES DE MÉXICO
La más renombrada contribución hecha
por Irlanda a México fueron sus mártires. William Lambert de Wexford, conocido
por los mexicanos como Guillermo de Lampart, ( ) era un notable precursor de
muchas otras figuras que, en nuestros días, tomaron una línea más liberal que
la adoptada por la Iglesia, y pagó caro por ello. Lambert fue quemado vivo por
la inquisición en la plaza Zócalo de la ciudad de México, allá por los años
1660. Probablemente este sea el grupo de mártires con mayor reconocimiento cuya
memoria se conmemora en una placa de mármol levantada en el distrito San Ángel
de la ciudad de México. En ella se puede leer: ‘En memoria de los soldados
irlandeses del heroico batallón San Patricio, mártires que ofrendaron sus vidas
por la causa de México durante la injusta invasión americana de 1847.’ La
placa es una obra del escultor mexicano Lorenzo Rafael, que está casado con la
irlandesa: Stephanie Counighan, proveniente de Galway, el mismo condado del
líder del San Patricio, John Riley, muchas veces nombrado O’Reilly. La placa
conmemora una de las pocas ocasiones en la que hombres irlandeses lucharon
contra el gobierno norteamericano, antes que a favor.
Su accionar tuvo lugar durante la
guerra mexicana-estadounidense en 1846/48, una de las pocas guerras populares
en la historia norteamericana. Lincoln la describió como la guerra de ‘mayor
decepción e inconstitucionalidad’. El escritor Thoreau fue a prisión por
rehusarse a pagar sus impuestos y por llamar a ‘todos los hombres nobles a
sublevarse’. El casus belli ( ) fue el antiguo acuerdo por la disputa de
territorios entre los europeos del norte, en gran parte liderados por
colonialistas protestantes que se habían afincado en América provenientes del
norte y el noreste, y los colonialistas católicos y españoles del Sur de
América. Estos últimos se quedaron con lo que hoy es Nuevo México, Arizona,
Nevada, California y partes de Colorado y Texas. En 1846 el presidente de los
Estados Unidos James Polk desató una controversia e invadió Texas con
el ejército americano bajo las órdenes del General Zachery Taylor, achacando su
causa al destino.
¿En qué medida estarían motivados (si
lo estuvieron en algún momento) los irlandeses y mexicanos católicos, para
invadir un territorio bajo el concepto de la injusticia, mientras Irlanda era
devastada por la hambruna? La verdad nunca se supo. De todas maneras, su
inclinación por considerar a México víctima de una agresión, como lo fue
Irlanda, ciertamente iría en aumento por los sentimientos de los nativos del
norte. En general apuntaba al continuo crecimiento inmigratorio proveniente de europea,
y a los católicos irlandeses en particular. La era del “no sé nada, no sé de
qué se trata” estaba llegando a su fin. Al mismo tiempo, sacerdotes católicos
mexicanos exhortaban a los irlandeses a desertar de las fuerzas armadas,
diciendo que México era, como Irlanda, un país católico. Un panfleto
distribuido por el gobierno de México ofrecía a los irlandeses a que siguieran
los consejos de los sacerdotes que los incentivaban por medio de una serie de
beneficios, entre ellos la adjudicación de tierras, dinero y un pasaje gratis a
Europa una vez finalizada la guerra. Más adelante el panfleto decía:
“¿Puede México imaginarse que los hijos
de Irlanda, de esa noble tierra de religiosos y hombres bravíos, estén
mezclados entre sus enemigos? Hijos de Irlanda, ¿se han olvidado de que en
cualquier país español al que llegaren serán acogidos con la mejor amistad,
tanto por el gobierno como por el pueblo en cuanto declaren que vuestro hogar
está en Irlanda? ¿Acaso no es la religión uno de los eslabones más fuertes
entre nuestros pueblos?
Irlandeses, se espera de ustedes la
justicia, porque son ciudadanos del mismo pueblo que ese gran patriota que fue
O’Connell, que entregó su vida en defensa de vuestros derechos, y
definitivamente, porque se ha dicho que son ustedes buenos y sinceros
católicos. Entonces ¿por qué marchan junto a nuestros más feroces enemigos?” (
)
Riley y sus camaradas aparentemente
comulgaban con estos sentimientos. El trato de los españoles hacia los
irlandeses fue por tradición, extraordinariamente generoso. Durante los meses
previos a la guerra, Riley, un exsargento instructor de West Point, junto con
sus camaradas, representaban el 25 por ciento aproximadamente de irlandeses
integrantes de la armada estadounidense. Él y Patrick Dalton de Ballina,
Condado de Mayo, que fue su segundo comandante, estuvieron destinados bajo las
órdenes del General Taylor en Texas. Cuando se percataron de los preparativos
para la guerra, Reily decidió seguir el consejo del expresidente Quincy Adams,
que urgía ‘a todos los oficiales a renunciar y a los soldados a desertar’. Fue
así como Riley junto con un grupo de sus seguidores, decidieron cruzar el Río
Grande y alistarse en la Armada Mexicana. Allí se le asignó el trabajo de
organizar un destacamento especial de extranjeros, ex soldados del ejército
americano. En esos momentos, un cincuenta por ciento del total del ejército
estadounidense, había nacido fuera de América, y la mayor parte de los que
formaron el equipo de Riley eran irlandeses, de ahí el nombre de San
Patricio.
La unidad de Riley, que se estima
reunía alrededor de 500 hombres, se volvieron famosos por la osadía que
desplegaron en varios embates con las fuerzas regulares americanas y en las que
sufrieron muchas bajas. La última gran resistencia se produjo en
Churubusco, fuera de la ciudad de México. Esta situación para los irlandeses
era tan familiar como en su patria. Sabían que estaban luchando sin agresividad
y a la sombra de un vínculo muy íntimo con los mexicanos. Por consiguiente,
antes de ser aplastados, exhibieron una acción desesperada de coraje, muchas
veces quitando los trapos blancos que los mexicanos izaban en señal de
rendición. Lucharon alrededor de tres horas y recién concluyeron cuando los San
Patricio se quedaron sin municiones. Las dos compañías de San Patricio, de
alrededor de 102 hombres cada una, habían perdido el 60 por ciento de sus
soldados por muerte o captura, y la mayoría de los que escaparon fueron
perseguidos y finalmente apresados.
De los ochenta y cinco Patricios detenidos
en Churubusco, setenta fueron ejecutados en la horca. La bronca de los
americanos hacia los que consideraban desertores fue compensada por la
admiración que les despertó su patriotismo y coraje. Hubo pedidos públicos de
clemencia, razón por las que unos veinte fueron indultados por orden del
General Winfield Scott, entre los que se incluyó a John Riley. No obstante, fue
sentenciado a ser azotado y marcado a fuego en su rostro con la letra “D” de
desertor, junto a otros Patricios -que como él- se habían unido a las fuerzas
mexicanas antes del inicio de la guerra. Además, y mientras permaneciera el
ejército americano en México, tuvieron que usar un collar de ocho libras de
peso, con tres aros con puntas. Sus cabezas fueron rapadas y expulsados del
ejército. El oficial principal a cargo de la corte marcial también se llamaba
Riley, pero se mostró más hostil que amable con su compatriota y tocayo,
ordenando que se lo marcara a fuego en ambas mejillas. Sin dudas fue muy difícil
para Riley conseguir trabajo después de lo ocurrido, razón por la que se dice
que se convirtió en un bandido.
Dieciséis de los condenados fueron
ahorcados en San Ángel el 10 de septiembre de 1847; cuatro al día siguiente en
la villa Mixcoac y los treinta restantes, también en Miscoac, pero dos días
después. Los últimos ahorcamientos fueron particularmente brutales. El oficial
encargado de las ejecuciones decidió que los condenados no debían ser
ejecutados sin ver flamear la bandera norteamericana sobre el castillo de
Chapultepec mientras se libraba la fase final de la batalla De
acuerdo al coronel William Harney, quien aparentemente también era un irlandés,
obligó a los condenados a esperar en el patíbulo bajo el sol ardiente con la
soga al cuello, desde el amanecer hasta bien entrada las 9:30 am hasta que se
izó la bandera. Se dice que los San Patricio, mientras se izaba el pabellón,
dieron fuertes vítores, los que abruptamente se silenciaron cuando la soga les
ajustó el cuello. El método utilizado para ejecutar la sentencia fue descrito
de la siguiente manera:
“...utilizaron sogas gruesas con
fuertes nudos ajustados horizontalmente. Los prisioneros fueron alineados
bajo cada lazo que colgaba verticalmente de cada nudo y unidos a cada extremo...
Finalmente azotaron los caballos del carro y sus cuerpos se balancearon en el
aire...”
La codicia sangrienta de Harney era tal
que incluyó en la ejecución a Francis O’Connor, de Cork, que había perdido
ambas piernas en la batalla de Churubusco. Harney se percató de la ausencia de
O’Connor cuando al amanecer comenzó el recuento de los prisioneros. Enseguida
se fue hasta la tienda donde O’Connor permanecía postrado en agonía y ordenó
que se lo llevara al patíbulo para que, junto al resto de los condenados,
esperara el fatal izamiento de la bandera.
La estima que todavía se siente en
México y la muestra de una gran admiración por O’Connor y sus desdichados
compañeros, se desprende de la placa escrita que se levanta en sus memorias en
San Ángel, cuyo final de texto dice: ‘¡No fueron desertores! Fueron leales a
ellos mismos y a los sueños de libertad que los trajeron a América’. Aparte de
conmemorar anualmente la fecha en San Ángel, en las últimas décadas, el interés
por conocer a los San Patricio ha crecido más allá de las fronteras americanas.
Una obra teatral escrita por el dramaturgo y director Chris Mathews, y que
fuera recibida con críticas muy favorables, fue estrenada en el escenario del
Celtic Arts Center en Hollywood, Los Ángeles, en 1989, y también ha sido
filmada. Muchos otros irlandeses como el San Patricio están siendo
actualmente vindicados desde sus sepulturas.
La Iglesia Católica ha creado un lazo
muy fuerte con México que motivó muchas discusiones. Se trata de la presencia
en Irlanda de los Legionarios de Cristo, una reservada orden elitista de la
religión católica, en la que milita mayoritariamente gente muy adinerada y con
una considerable influencia en los centros de poder en México. Vicente Fox, que
fue electo presidente en 2000 y es descendiente de irlandeses, ha enviado a cuatro
de sus hijos a estudiar con los legionarios a Irlanda.
La filosofía de la Legión es la de
convertir a los ricos y hacer que se desenvuelvan en su vida de acuerdo a las
leyes de Dios, lo que incluye que se comporten caritativamente con los pobres.
De alguna manera esta noción se ha vuelto tan atractiva para los patrocinadores
ricos del movimiento, que el estilo de juntar dinero y contar con fondos
disponibles, fue autorizada por la legión. Como ejemplo, la compra de 264 acres
de tierra en Mount Pleasant, Nueva York, en 1997, por una suma de alrededor de
40 millones de dólares. La legión fue fundada en México en 1941 por el Padre
Macial Maciel Degollado, un amigo personal del Papa Juan Pablo II, y sus militantes
que ingresan voluntariamente, están obligados a hacer votos juramentados de no
hablar jamás mal de la Legión, ni de sus fundadores o de sus superiores, y
están obligados a denunciar a quien quebrantare esta norma.
La legión es propietaria de un gran
inmueble ubicado en el opulento distrito de Foxrock de Dublín. Cuando vendieron
20 acres ( ) de esa propiedad en mayo de 1998, la entidad se benefició con la
friolera suma de aproximadamente 25 millones de libras irlandesas. La vida
ordinaria de sus adeptos, además de otras actividades, incluye la flagelación y
el ayuno extremo. La correspondencia de los seminaristas aparentemente es
filtrada, y ante cualquier indicio negativo que se exprese en ella, debe ser
vuelta a escribir. No se permite la radio ni la televisión. Tampoco resulta una
sorpresa que en Irlanda las vocaciones de este grupo estén decayendo. Si bien
su estado económico actual es deficitario, aparentemente está recuperando sus
finanzas con ingresos frescos provenientes de los países del Tercer Mundo,
especialmente donde hay gobiernos militares que respaldan su actividad.
EL VINO BLANCO DEL SEÑOR CONCANNON
Otro hombre de Galway que llegó a
México algunas décadas posteriores a John Riley no pagó el derecho de piso que
debió abonar el desafortunado líder del San Patricio. Se trata de James Concannon,
de Inis Maan, la isla del centro de las tres que componen las Aran Islands y
que están en el lecho de la desembocadura de la Bahía de Galway. Concannon
tenía 18 años cuando abandonó Irlanda en 1865. No hablaba inglés, pero provenía
de un clan talentoso. Probablemente haya sido de aquellos a quienes alguna vez
le dieron a elegir: ‘Connacht o el infierno’. Aunque los Concannon perdieron
todas sus tierras, evidentemente se aferraron a su inteligencia. Thomas
Concannon, hermano de James, tuvo gran participación en el proyecto de
resurgimiento del idioma irlandés en Irlanda, mediante la fundación de la “Liga
Gaélica”, siendo los Concannon hasta hoy, muy conocidos en Inis Maan por su
loable tarea en formar educadores, religiosos, artesanos y trabajadores de
inusual habilidad.
Al momento de escribir este libro, debo
decir que Rory Concannon es famoso por su destreza pesquera y goza de un gran
prestigio como constructor de viviendas en toda la isla. Aunque todos sus hijos
emigraron a América, él junto a su esposa Mairin eligieron quedarse en Inis
Maan antes de acceder a la insistencia de sus hermanos para que se uniera a
ellos en el negocio de la construcción en América, en donde sin lugar a dudas
hubiera llegado a ser un gran empresario.
James Concannon, como he dicho, emigró
a América y se hizo un hombre rico, pero no a través de la construcción.
Trabajó por un tiempo en Boston para la Singer Sewing Corporation ( ) y
posteriormente devino en administrador de hoteles y también fue un hábil
vendedor de libros. Su actividad comercial lo llevó a México donde se ganó la
estima del presidente Díaz de quien consiguió que le otorgara la concesión de
la limpieza de las calles de la ciudad de México. Posteriormente le vendió la
empresa a un consorcio alemán y se fue a vivir a San Francisco en el año 1883.
De acuerdo a la historia familiar,
James tuvo la intención de invertir en el negocio de la construcción. Pero más
allá de sus ambiciones, era un devoto católico y rezaba diariamente el rosario
en familia y en idioma irlandés. Un día lo invitó a cenar su amigo personal, el
arzobispo Joseph Alemany. En la ocasión, el prelado le delineó el programa que
tenía la iglesia para una mega construcción de viviendas, incluidas iglesias,
escuelas y hospitales para hacer frente a la gran afluencia de inmigrantes
pertenecientes a la iglesia católica que por ese entonces estaba colmando la
ciudad. Se dice que, al mover una pieza de la maqueta arquitectónica dibujada
por el arzobispo, Concannon, sin querer, golpeó una copa de vino tinto y manchó
el mantel de fino lino blanco.
El arzobispo en una humorada comentó
que la verdadera fortuna estaba esperando al hombre que elaboraría vino blanco,
lo que libraría a las monjas, no sólo de desmanchar los manteles, sino también
las camisas, y ornamentos del altar. También se decía que el chiste del
arzobispo encendió la chispa de originalidad que había impulsado a Concannon a
buscar fortuna en la ciudad de México, antes que en las ciudades de Estados
Unidos como lo habían hecho sus compatriotas. Lo que es seguro, es que comenzó
estudiando vitivinicultura en la Universidad de California in Berkeley e hizo
un recorrido por viñedos franceses. Fue altamente gratificante para él
descubrir que era posible lograr que los viñedos prendieran bien en suelos
pobres. En otras palabras, comprobó que su emprendimiento era factible en
tierras donde hay mucho pedregullo, pero donde el clima era altamente
apropiado, como en el norte de California, particularmente en el distrito de
Livermore donde fundó la Bodega Concannon. Un vitivinicultor francés, a
quien persuadió que se mudara a Livermore, lo ayudó a elaborar los famosos
vinos blancos Concannon.
Nuevamente comprobó que su amistad con
el arzobispo Alemany le había resultado sumamente provechosa, cuando el religioso
repitió la experiencia que había tenido con el presidente Díaz y le dio otra
franquicia, esta vez para proveer vino blanco a la arquidiócesis de San
Francisco. Este contrato el que permitió a Concannon sobrevivir a la era de la
“Ley Seca” que fundió a tantos bodegueros. Los descendientes de Concannon
vendieron la bodega en 1980, pero la calidad de los vinos permaneció en el
tiempo, de manera que cuatro años más tarde -justamente a más de cien años de
la accidentada cena de James con el arzobispo Alemany- el presidente de los
Estados Unidos Ronald Reagan visitó Irlanda y brindó por el presidente Patrick
Hillery, con vino blanco Concannon.
LA ARGENTINA
Aunque el aire de las pampas argentinas,
como también el de la isla caribeña Montserrat -salvando las distancias- despierta
en los irlandeses el recuerdo de su tierra natal, la Argentina es el único lugar en
el mundo donde uno se puede sentir como en Irlanda. Lo comprobé en el año 1997
cuando estuve allí. Escuchar a la gente mayor hablar en inglés con el
inconfundible Irish accent, uno se transporta mágicamente a Longford, Westmeath
y Wexford. Recuerdo que ese año me encontré con una Argentina con mucha
semejanza a la Irlanda de los años 1960.
También descubrí en las nuevas
generaciones, a jóvenes apasionados y comprometidos. Uno de ellos me
dijo: ‘Esto que le voy a decir es algo muy feo: Con excepción de los alemanes,
tal vez los argentinos sean las personas más desagradables del mundo’. O sino:
‘La Argentina es víctima de tres maldiciones: El colonialismo, el catolicismo y
el capitalismo’. Este comentario me lo hizo un joven de aproximadamente treinta
años, que con el típico gesto contradictorio -muy al estilo irlandés- se
resiste a limpiar la mugre de la sociedad que estigmatiza, pero que, a su vez,
está muy lejos de asimilarse a su propio estilo de vida. Es la rara combinación
de un ejecutivo a escala internacional con la de un socio activo de clubes y
entidades de beneficencia irlandeses, de las que muchos de sus miembros tienen
pensamientos anticuados.( ) Por otra parte pude observar la existencia de una
Irlanda simbolizada en fotos de torres circulares, perros de caza, las figuras
de Padraig Pearse y Eamon de Valera, y la inconfundible fisonomía de un
religioso irlandés de los Christian Brothers, que hizo su aparición en el
escenario del prestigioso Colegio Cardenal Newman, para cantar canciones
de los Clancy Brothers ante una animada concurrencia. Por otro lado, tuve
oportunidad de conversar con un distinguido y respetado intelectual argentino
irlandés, que realizó estudios sobre la influencia de los escritores irlandeses
en la literatura argentina, y de alguna manera, sus diferentes corrientes de
opinión están unidas entre sí, aunque percibidas de otro modo, a través de una
herencia irlandesa-católica compartida.
Hay una simple manera de evaluar las
diferentes opiniones encontradas que subsisten actualmente entre los miembros
de la comunidad irlandesa y que sirven para comprobar cómo encajan
con el tradicional gesto amistoso de los argentinos hacia los extranjeros. Esta
actitud tiene mucho que ver con que, efectivamente, existe una fuerte comunidad
irlandesa en la Argentina actual. El análisis consiste en lo siguiente: Haga
una prolija evaluación con una comprensiva referencia a los recientes problemas
que padeció la Argentina. La respuesta le va a indicar claramente si está del
lado de los liberales ( ) o los conservadores. El liberal se va a sacudir la
cabeza con respecto a “los desaparecidos”, mientras que los Conservadores, con
el mismo énfasis de horror, recordarán las consecuencias que originó “la
guerrilla”.
LA MASACRE DE LOS PALOTINOS
La aplicación de estas simples pautas,
las apliqué en la conversación que mantuve con miembros del clero de la Iglesia
Católica, un importante centro corporativo inmerso en la vida del argentino
irlandés. La conclusión me llevó hasta la escena del sangriento suceso que
relaté al inicio de este capítulo: La masacre de Belgrano en 1976. Este hecho
tipifica muy bien la dicotomía que existe entre “liberales” y “conservadores”,
y ayuda a entender de qué manera los sacerdotes, los hombres y las mujeres
católicas, tienen puntos de vista tan disímiles sobre ‘los desaparecidos’, ‘la
guerrilla’ y los militares que gobernaron a la Argentina en los años de
terror.
Visité este agradable lugar donde tuvo
lugar la escena del horror un domingo a la mañana del mes de abril. ( ) A
simple vista, tanto en la iglesia como en el presbiterio, no se notaba ningún
vestigio de lo que allí ocurrió veinte años atrás. Belgrano es un clásico
suburbio porteño de frondoso arbolado y uno de los más ricos de Buenos
Aires. Precedido por un monaguillo con sobrepelliz, entró por la puerta
principal de la iglesia para celebrar misa, un sacerdote de aspecto
ceremonioso, oriundo de Dungannon, Condado de Tyrone. Ante ellos se cruzó un
mendicante, demasiado confundido hasta para mendigar, después de una larga
noche a la intemperie. Un grupo de monjas madrugadoras, en número mayor de las
que he visto en Irlanda, se ayudaba mutuamente a subir las escalones. Sigo a
los fieles que me conducen al presbiterio que está a la vuelta de la
esquina. Sonrientes nos reciben en la puerta, la misma puerta que una de las
víctimas de la masacre, les abrió una noche a sus inesperados criminales.
La sala de estar donde fueron muertos
los religiosos pudo haber sido uno cualquiera de los cientos de casas
religiosas que he visitado en el mundo: sillones de cuero negro, ambiente común
muy aseado y placentero; amueblado austeramente, con un toque de simpleza, sin
estilo; más allá diarios apilados, un armario de bebidas y en el rincón el
televisor. En otro rincón un crucifijo y a la par, la única referencia del
hecho sangriento: una placa con los nombres de las víctimas.
En términos generales, se ha asumido
que los asesinatos fueron cometidos por personal de la marina con el respaldo y
encubrimiento de la policía. ¿Cuál fue el motivo de estos crímenes? Algunos
dicen que fue en represalia por una bomba que estalló unos días antes en el
edificio de Seguridad Federal, donde murieron alrededor de cuarenta personas.
Esta teoría está sustentada en el mensaje escrito que dejaron los asesinos en
una de las puertas del presbiterio: ‘Por nuestros camaradas, víctimas del
atentado al edificio de Seguridad Federal’ Otro de los mensajes decía:
‘Por desviar y corromper mentes vírgenes’ Hay gente que sostiene que se
trató de una advertencia a la iglesia para que se silenciara. El Padre
Kevin O’Neill relató cómo uno de los sacerdotes asesinados, el Padre Kelly,
generaba malestar cuando denunciaba el arresto de algún sacerdote.
Sin embargo, hay otra teoría que señala
que estas muertes se produjeron porque los ultimados eran guerrilleros.
Particularmente no estaba enterado de este supuesto, y me sorprendí cuando el
que me lo dijo fue un sacerdote irlandés en una recepción ofrecida por el
embajador irlandés. Con un estilo bien irish, el sacerdote parecía saber más de
mis actividades que yo mismo. Hasta llegó a decirme que seguramente estaría
visitando la iglesia de Belgrano en los próximos días. ‘Pero’ -añadió- ‘No le
van a contar toda la historia. Y la historia completa es la que todavía está
interfiriendo en mis esfuerzos por predicar el evangelio’. Sus palabras eran un
claro indicio de que se trataba de un ‘conservador’, trabajando entre conservadores.
La sospecha sobre la participación de la iglesia de Belgrano en la guerrilla
todavía provoca escozores.
Unos días después pude comprobar cuán
profundas eran estas diferencias, cuando me facilitaron documentación con
antecedentes reservados sobre los asesinatos. Aunque no estaban firmados,
su contenido era preciso y se notaba que los datos fueron compilados por
uno o varios expertos de la Congregación Palotina. Uno de esos documentos
es un informe extenso, con muchas referencias al ambiente interno de la
comunidad y con un hilo conductor que nos lleva hasta los asesinatos. En uno de
sus párrafos dice:
‘A pesar de existir la posibilidad de
que hayan participado (las víctimas) en grupos de acciones imprudentes, de
ninguna manera merecieron semejante destino... La dignidad del grupo de
Belgrano debe permanecer intacta, pero seamos fieles a la verdad, porque “la
verdad os hará libres”. No adhiramos a suposiciones atribuidas a ellos.
Sería muy desleal transmitirles a las futuras generaciones, una versión facciosa
de lo sucedido, sabiendo que Roma tal vez se interese por estudiar los escritos
del intachable Padre Kelly (con visión de canonizarlo como mártir) De hecho,
los meses previos al triste suceso, estuvieron sumergidos en una profunda
tristeza y extrema discrepancia...’ ( )
La tristeza y la discrepancia surgieron
de otras organizaciones cercanas a la comunidad, que se manifestaron de las
formas muy diversas. Unos se preguntaban si los Palotinos deberían vivir en
comunidad, o si debiesen hacerlo entre los pobres. Aparte de estas diferencias,
había mucho miedo dentro de la comunidad: algunos le temían a la policía y otros
a los guerrilleros. Hubo una discusión muy fuerte sobre la exposición de un
retrato del Che Guevara en la casa, que finalmente fue retirado. La noche de
los crímenes, el padre Kelly salió de la parroquia más temprano a lo
acostumbrado. De acuerdo al informe elaborado por la Orden, fue a buscar ayuda
para sacar: 'a un integrante de la casa parroquial, porque temía por su vida en
manos de unos amigos de éste’ El redactor del informe describe la
situación como ‘la última deshonra de los Palotinos’. La división
que había era muy profunda. A un sacerdote irlandés le preguntaron: ‘¿Qué te
trajo hasta acá?’ y tras su respuesta le dijeron: ‘Más te vale quedarte en tu
propio país’ El documento alega que las divisiones eran tan profundas que
después del asesinato del presidente de la Fiat, Dr. Oberdan Sallustro, una
fuente confiable dijo que:
‘La reacción de uno de los sacerdotes
asesinados en Belgrano, en presencia de sus seminaristas fue: “¡Bien hecho! Hay
muchos como él que merecen el mismo fin”. ( )
El documento continúa diciendo que una
de las víctimas de la masacre, un seminarista, era ‘un activo integrante de
Montoneros’, cuyo nom de guerre era ‘Alberto’ y concluye con que las muertes se
debieron: ‘a causa de las actividades guerrilleras de una de las víctimas,
dirigidas desde el presbiterio’.
Uno de los sacerdotes de mayor edad de
la comunidad palotina y de la comunidad Argentino Irlandesa -que era en ese
momento el director del periódico de la Sociedad Argentino Irlandesa “The
Southern Cross”- Rvdo. Padre Kevin O’Neill, negó enfáticamente estos cargos.
Dijo que él mismo estaba ‘más comprometido que el sacerdote y el seminarista’.
Él había condenado públicamente las desapariciones y predicó contra los excesos
de los militares. (He podido verificar que el Padre O’Neill efectivamente
había sido muy valiente al declarar abiertamente que sus amigos temían por su
vida) Respecto al seminarista, dijo:
‘Había reconocido ser nacionalista. Muy
patriótico. Muy católico. Cuando se le dijo que debía optar por la violencia o
la no-violencia, aceptó la no-violencia. Definitivamente había hecho su
elección’
El seminarista del que hablaba el Padre
O’Neill era Emilio Barletti. El otro seminarista era Salvador Barbeito y los
tres sacerdotes Alfredo Kelly, Alfredo Leaden y Pedro Duffau. Todos eran
argentinos integrantes de la Provincia Irlandesa de la Orden
Palotina. John Cleary, que nació en Irlanda y que salvó su vida porque
había viajado a la ciudad de Mercedes en la Provincia de Buenos Aires,
posteriormente abandonó la orden y actualmente vive en Dublín. Fue él quien
limpió la alfombra empapada en sangre sobre la que fueron ultimados sus
compañeros. La carpeta ahora cuelga en un pequeño oratorio en el presbiterio y
las mujeres de la parroquia diariamente renuevan las flores delante de
ella. Es increíble, pero las perforaciones que dejaron los tiros forman
una cruz casi perfecta. Cleary fue inflexible sobre lo dicho por el Padre
O’Neill respecto a los hechos y sostuvo reiteradamente que era la versión
correcta. Apenas tuvo noticias de lo ocurrido se llegó hasta la parroquia de
Belgrano. Su primera tarea fue limpiar la alfombra ensangrentada y levantar los
destrozos que produjeron. Luego se ocupó de rellenar los agujeros que
perforaron las balas en el piso parquet. Los asesinos descargaron tantas balas
sobre los cuerpos que estaban cortados por la mitad, a tal punto que no
pudieron ser vestidos y fueron depositados en los ataúdes con sus ornamentos
puestos por encima. Ante la insistencia de los familiares de las víctimas y de
altas autoridades de la iglesia, resolvieron que no hubiera ningún funeral. La
policía vino a buscar los cadáveres, y en primera instancia se rehusaba
devolverlos. Se sospecha que la idea era llevarlos para luego arrojarlos al mar
desde el aire.
Cleary estaba muy conmovido cuando
habló conmigo en Dublín, a más de veinte años de la masacre, y recordaba: ‘La
mirada de terror que había en sus rostros, jamás lo olvidaré’ y añadió que
muchas veces había hablado con los religiosos ultimados sobre las
permanentes amenazas de muerte que recibían, especialmente con el Padre Kelly,
quien sabía muy bien que estaba marcado debido a sus sermones. Al respecto
Cleary recordó:
‘Kelly Hablaba con un marcado acento
coloquial de Westmeath y era un hombre muy apasionado. Las iglesias a las que
concurría a celebrar misa se colmaban de gente para escuchar sus sermones. En cambio,
para el pobre padre Duffau no había nada mejor que hablar de fútbol y tomar una
cerveza. Los mataron para dejar una marca en la iglesia. Los sacerdotes
argentino-irlandeses eran muy francos, iban al frente, sin vueltas. Ahora
aparece como que muchos religiosos colaboraron con los militares, pero los
irlandeses no lo hicieron jamás. Eso sí, se arriesgaron demasiado. El padre
Federico Richards (un sacerdote pasionista) solía hacerles frente a través del
diario “The Southern Cross”. Era el director. Otro gran periodista fue Bob Cox,
el director del “Buenos Aires Herald”. Era muy valiente también. Le
pusieron una bomba en su casa y sus hijos fueron amenazados de muerte.
Finalmente debió volver a Inglaterra.
Federico solía decir cosas tales como:
“Nuestros ancestros lucharon contra la opresión y la tiranía. Nosotros no
podemos hacer menos”. Solía citar al Almirante Guillermo Brown cuando arremetía
contra ciertos procedimientos de la marina. Decía algo así como: “La
marina deshonra la memoria de su fundador, un valiente irlandés”. Fue uno de
los pocos periodistas que no callaba. Nuestros hombres eran asesinados como
algo común y corriente, era el clima que se vivía en esos días. A mí me
detuvieron una vez y me encerraron por varias horas, hasta que el embajador
irlandés me sacó. Pero igual seguí recibiendo llamados anónimos amenazándome a
cualquier hora del día y de la noche. Un mes después del asesinato de los
sacerdotes palotinos, mataron al Obispo Angelelli. Originariamente era un
sacerdote conservador, pero optó por los pobres. Había reunido documentación
probatoria de la complicidad militar en el asesinado de unas monjas. El domingo
antes de su muerte había arengado a los militares “a bajar sus armas”. Fue el
clima reinante el que los llevó a asesinarlos. Los padres Kelly y Leaden eran
dos hombres probos, aunque hoy todavía corren rumores de que estuvieron
implicados... Efectivamente... (otro sacerdote irlandés) fue vituperado después
de los asesinatos; culpó a los sacerdotes muertos de haber irritado a los
militares. Ese es el problema de un estado policial. Te enseñan a sentirte
culpable, que está mal hablar en contra del gobierno’
LA ESCUELA DE LAS AMÉRICAS
Para entender por qué el estado
policial llegó a la Argentina, y a otros estados latinoamericanos, Penny
Lernoux describió muy bien cómo Cristo y Cesar trabajaron mancomunadamente:
‘Por la importancia política-económica,
y por el monopolio de la educación, la Iglesia Católica se convirtió en árbitro
de la sociedad latinoamericana. Les enseñó a los esclavos indios y africanos a
que aceptaran su condición de tales con la esperanza puesta en el más allá.
Sembró las semillas de un machismo traído de España y Portugal. Alentó un hondo
cinismo entre las clases altas, a quienes les enseñaron que podían hacer
cualquier cosa, incluso masacrar a inocentes campesinos, con tal de que
asistieran a misa, contribuyeran con bienes y dinero para el sostenimiento de
la Iglesia y bautizaran a sus hijos... Hoy sus descendientes conducen las
fuerzas armadas que gobiernan las dos terceras partes de la población. Detrás
de todo dictador, seguro que hay un obispo’ ( )
La joven periodista Lernoux bien
pudo haber continuado: ‘... y detrás de ambos, dictador y obispo, se planta el
gobierno de los Estados Unidos’. El shock que produjo el cambio del
sistema administrativo en Cuba, el desastre de Bahía de Cochinos y las
siguientes consecuencias que originó la crisis de los misiles, ahondó la fobia
anticomunista de Washington en toda la región. Además del disimulado accionar
de la CIA en el derrocamiento de Salvador Allende, elegido democráticamente en
Chile durante 1973, la política norteamericana canalizó su influencia a través
de la Escuela (militar) de las Américas en Panamá, (clausurada en 1984) por la
que se estima que han pasado alrededor de 44.000 oficiales de toda Sudamérica
donde fueron adoctrinados en el marco del virus de la Guerra Fría. Muchos de
los dictadores latinoamericanos aprendieron sus lecciones de poder en esa
escuela. Estas lecciones, que incluían el uso de la tortura y técnicas contra
insurgentes, fueron programadas en base al modelo del nazismo alemán, aplicados
posteriormente desde la Nicaragua de Anastasio Somoza, hasta la Argentina de
Leopoldo Galtieri.
CONTRASTE IDEOLÓGICO
En la Argentina, los obispos cobran un
sueldo del estado equivalente al de los jueces. Sin embargo, como lo señala
Penny Lernoux, fue desde esta misma iglesia donde surgieron los opositores a
las dictaduras en la Argentina y en toda sur América en el marco del Concilio
Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII en los 1960. El concilio proclamó
resguardar a ricos y a pobres, a todos por igual como ‘pueblo de Dios’, y
no como una organización autoritaria al servicio exclusivo de los ricos. Como
parte de ese ‘pueblo de Dios’, el concilio exhortó a la opción por los pobres,
quienes también son acreedores de la paz y la justicia. Esto sonaba muy
semejante a ‘comunismo’ a los oídos de los alumnos de la Escuela de las
Américas, especialmente cuando algunos curas optaron por adherir a la ‘teología
de la liberación’. El Padre O’Neill hizo una breve reseña de cómo ese choque
ideológico afectó el clima del debate:
‘La iglesia católica argentina es más
conservadora que la del Brasil. Si predicás por la plena justicia y mencionás a
los pobres, corrés el riesgo de ser señalado por los conservadores. En este
contexto, los pasos que siguieron algunos sacerdotes sobre la ‘teología de la
liberación’ en defensa de las minorías, fueron considerados apropiados y
razonables. Asumieron actitudes a través de métodos de violencia moral,
ayunos, huelgas, etc. Esa violencia, basada en los principios de Aquino (Santo
Tomás) “de una guerra justa”, es considerada legal si se la practicaba para
combatir a las tiranías’ ( )
Utilizando la influencia de los
sacerdotes de la escuela por la “plena justicia”, como el Padre O’Neill, y
aquellos que predican (y practican) la “teología de la liberación”, la
institución de Cristo permite a sus seguidores, al menos, hacer una protesta
ante el César en una clara “opción por los pobres”, pero pagando un precio muy
alto. A lo largo de toda Latinoamérica, en un período de doce años solamente,
entre 1968 y 1980, ‘alrededor de 850 sacerdotes, monjas y obispos fueron
arrestados, torturados, asesinados o expulsados, y miles de católicos
laicos han sido encarcelados y matados. ( ) La represión fue muy feroz en el
Brasil, pero, como podemos ver, Argentina también tuvo sus mártires.
JUAN Y EVA PERÓN
El camino más inmediato hacia el
martirio, posiblemente se haya iniciado con la entrada en escena de Juan
Perón y su esposa Eva en la historia política Argentina. Perón emergió de las
filas del ejército con el grado de coronel, para ser electo presidente de los
argentinos en 1946. El hombre al que reemplazó fue un argentino-irlandés:
General Edelmiro J. Farrel, quien, por razones que veremos más adelante, es uno
de los pocos nombres irlandeses que figuran en la vida política Argentina,
comparándolo con la larga lista de personalidades sobresalientes en la historia
militar, civil y religiosa.
Perón gobernó el país hasta 1955 cuando
fue depuesto y tuvo que exiliarse. Eva, su esposa y exactriz, a pesar de haber
nacido en la ilegitimidad de un hogar muy humilde, llegó a la cúspide de la
sociedad paqueta más privilegiada. Eva falleció en 1952 a los treinta y tres
años, y a pesar de no tener un cargo gubernamental, gobernó el país junto a
Perón. Su cuerpo fue embalsamado en un proceso confuso que demandó unos seis
meses. Posteriormente su cadáver fue sacado del país por los sucesores de
Perón, con la vana esperanza de sepultar su cuerpo junto al mito. Sin embargo,
la leyenda de Eva era tan popular y estaba tan arraigada en la población, que
sus restos fueron traídos nuevamente a la Argentina y descansan actualmente en
el Cementerio de “La Recoleta” en la ciudad de Buenos Aires, donde sus
seguidores colocan diariamente flores en su homenaje. (Aquí debo destacar que también
se colocan flores diariamente en la tumba de un irlandés: Alfie Lambe, quien
murió de cáncer cuando tenía 26 años. El Vaticano está estudiando su posible
canonización en virtud a su obra en la propagación de la Legión de María en la
Argentina y toda América Latina.)
El legado de Perón se fue articulando a
través de numerosos factores. Su habilidosa oratoria, su nacionalismo, su
aparente preocupación -al menos en sus comienzos- por los pobres - ‘los
descamisados’- y los sindicatos, le permitieron crear una base de poder fuera
del círculo militar. Todo se mezclaba con un acentuado toque fascista, con un
machismo efervescente y una permanente arenga histriónica a sus seguidores en
una carrera contra el tiempo (y la economía) Mientras tanto Eva se identificaba
totalmente con los ‘descamisados’ y en su nombre atacó a la oligarquía, dueña
de la mayor parte de la riqueza del país. Compró armamentos para entregárselos
a los gremios y sus declaraciones en su lecho de muerte llegaron más allá de su
tumba: ‘No debemos prestarle mayor atención a la gente que nos dice que
actuemos con prudencia. Debemos ser fanáticos...’ Dijo entonces. Nada
como su póstuma popularidad fue vista en el mundo hasta la reciente muerte de
la Princesa de Gales, Diana Spencer. Entre la comunidad irlandesa, hay quien
afirma que descendía de irlandeses. Se dice que su nombre Duarte proviene de
Doherty.
En 1947 el peso se cotizaba a 5 pesos
por dólar; dos años después del gobierno de Perón (1949), trepó a 16 pesos por
dólar. No obstante, después de ocho gobiernos sucesivos, de los cuales seis
fueron militares, tampoco mejoró la situación. La Argentina es un país muy
rico. Tiene la superficie de la India, con una población de apenas 30 millones
de personas y cuenta con una ganadería de primera calidad, campos cerealeros,
petróleo y riqueza mineral. Al momento de escribirse este libro, el país estaba
dando algunos signos de rehabilitación, aunque los problemas económicos del
Brasil afectaban directamente su despunte. Ciertamente, si se analiza la
historia de la Argentina a partir de la finalización de la Segunda Guerra
Mundial, seguramente los estudiantes de política económica podrán obtener un
claro ejemplo de por qué hubo inflación y cambios de gobierno permanentemente.
Es que no se puede crecer económicamente sin reforzar la política,
especialmente cuando se tiene un gobierno que se ocupa de aplicar la picana
eléctrica en los testículos de sus ciudadanos. La permanente pérdida del valor
del peso ante el dólar da una clara idea del caos reinante y la miseria que
generaba la política económica que se aplicaba y que la gente debió soportar
durante aquellos años. Sea como fuere, los que sucedieron a Perón
mantuvieron una errática política económica, mediante la toma de créditos
acrecentaron la deuda externa que crecía aceleradamente. En 1966: 250, en 1970:
400 y en 1973 -el año que retornó Perón a la Argentina- la cifra se convirtió
en una verdadera pesadilla: trepó a los 1.100 millones de
dólares.
CAOS
Las generaciones anteriores tal vez asocien
a Juan Perón con la tiranía, la tortura, el robo y la demagogia; los mayores lo
recuerdan como el que desvió grandes sumas de dinero de las reservas federales a
cuentas personales en bancos suizos; al hombre que entregó a la policía las
armas que Eva compró para los sindicatos. No obstante, la desesperación del
momento y el respaldo que tuvo de la juventud (que sabía de su leyenda,
pero desconocía la realidad) posibilitó el regreso de Perón al poder por un
tiempo efímero. Murió a menos de un año en el cargo y le sucedió su viuda.
Isabel no tenía ni la personalidad de Eva ni su habilidad política y fue
derrocada por un golpe militar en 1976. Los golpes militares se habían tornado
habituales en la Argentina hasta que se desató la sangrienta guerra de Malvinas
(Falklands), la que encauzó la restauración de la democracia con el liderazgo
de Raúl Alfonsín. En ese marco de situación, la inflación trepó en un mil por
mil al año.
Asimismo, hubo otros costos políticos y
económicos. Antes del retorno de Perón, la guerrilla se había desatado
totalmente. Una de las fracciones era de clara tendencia comunista y la otra
estaba formada por un grupo denominado ‘Montoneros’ ( ) que efectivamente
apoyaba a Perón. El accionar de los ‘Montoneros’ fue decisivo para lograr
el retorno de su líder. Al menos en sus inicios, los guerrilleros tenían un
fuerte idealismo intelectual. Se inspiraban en el ‘Che Guevara’, en el mayo
francés de 1968 y en el ejemplo del sacerdote colombiano Camilo Torres, que
murió combatiendo en 1966. Entregaban gratuitamente alimentos en las
villas, pero sus métodos para conseguir el dinero provenían de los
secuestros y de asaltos a bancos. Los asesinatos, especialmente de policías, se
convirtieron en hechos comunes y corrientes. Al principio tenían
tanto respaldo popular que se exhibían públicamente en uniformes de combate y
hasta cobraban peaje en las autopistas. La aprobación de su accionar se esfumó
tan pronto se implementó una política de orden militar que intensificó su
campaña ante el número creciente de asesinatos que comenzó a ganar terreno en
la sociedad, entre ellos el del presidente de la Fiat-Concord, Oberdan Salustro
que fue secuestrado y asesinado ( ), a pesar de haberse pagado una
fuerte suma de dinero por su liberación. El expresidente Aramburu ( ) fue
ultimado a balazos en los escalones de su casa por un hombre vestido de
sacerdote. El General Juan Carlos Sánchez ( ), comandante del segundo cuerpo de
ejército -de quien se tenía el pésimo concepto de torturador- fue acribillado
en una emboscada en la ciudad de Rosario en el mismo día de abril de 1976 ( )
en que Sallustro fue asesinado.
La sangre clamaba más sangre y las
fuerzas de seguridad repelieron los ataques, no obstante, la tibia aprobación
pública. Fue entonces cuando Perón comenzó a quebrarse. Desde su exilio apoyó a
los guerrilleros, pero, tan pronto se concretó su retorno, los rechazó. El país
estaba virtualmente dividido en tres partes autónomas, entre la marina, la
aviación y el ejército. A pesar de que la guerrilla era su primer objetivo, los
comunistas, los partidos políticos, las agrupaciones estudiantiles y los
sindicatos fueron los primeros blancos de las proscripciones y sus dirigentes
encarcelados o asesinados. El congreso fue clausurado, como también los tribunales
civiles, siendo reemplazados por tribunales militares. La prensa fue censurada.
La tortura, con el desconocimiento del código legal argentino, se estableció
para justificar los arrestos.
La gran mayoría de los asesinatos se
ejecutaron por la estupidez más brutal de los militares -ellos no sabían quién era un
guerrillero y quién no lo era- pero de acuerdo con Pat Rice, que se pasó
siete años investigando este tema en toda América Latina, las ‘desapariciones’ formaron
parte de un plan político sistemático adoptado por las fuerzas armadas,
para quebrar las células guerrilleras. ‘Los secuestros ilegales terminaron con
la desaparición de inocentes, porque si los liberaban contarían todo lo que
vivieron en su cautiverio. Sin dudas fue una táctica muy efectiva. Nadie
sabía en qué momento podía ser detenido; y estando detenidos, los prisioneros
no percibían si habían hablado y/o delatado a sus compañeros. Muchos de ellos
hablaron porque creyeron que sus compañeros o jefes los habían traicionado’.
Hilda Sábato, una de las figuras más
respetadas de la comunidad Argentino Irlandesa, corroboró lo que afirmó Rice.
Dijo que, como estudiante, nunca se sabía si algún “informante” podía denunciarla
cuando se interesaba por la suerte de algún desaparecido. Su interés
investigativo, no era el tema de las revoluciones, sino los métodos utilizados
para la cría de ovejas, lo que no tenía ninguna consecuencia grave, porque no
era necesario ser guerrillera para este tipo de investigaciones. Pero el hecho
de sobresalir en alguna actividad académica era suficiente para ser señalada
como “sospechosa” y expuesta a sufrir serias consecuencias, que
tranquilamente podían terminar en el arresto o en la muerte. El solo
hecho de que vieran a alguien conversar con algún estudiante -que sin saberlo
estaba fichado como simpatizante de la guerrilla- o simplemente por la denuncia
de algún estudiante con animadversión hacia algún compañero o profesor, era
suficiente para que esa persona fuera arrestada.
Como en la Alemania Nazi, estudiantes y
maestros estaban siempre expuestos a ser denunciados mutuamente. Lo mismo sucedía
con el resto de la gente en cualquier ámbito donde desarrollara sus
actividades. Los cuerpos mutilados de las víctimas inocentes solían encontrarse
junto a los de guerrilleros, en los basurales o en automóviles incendiados, y
muchos de los secuestrados, jamás fueron encontrados. En total, se estima entre
20.000 y 30.000 los desaparecidos. ( ) Debido a la practicidad de contar con
barcos con espacio suficiente para el almacenamiento de cadáveres sin ser
detectados, la marina fue la encargada de manejar este espacio. Pero a todo esto descubrí
que los días miércoles se programaban salidas regulares en avión, que
denominaron ‘vuelos de la muerte’ y que partían desde Buenos Aires. Esta
práctica consistía en cargar a los prisioneros en un avión, generalmente
desnudos y drogados, y sobrevolar a gran altura sobre el Río de la Plata, y
desde allí arrojarlos al vacío en un punto determinado, para que los cuerpos
sin identificar fueran arrastrados por la corriente a las costas
uruguayas.
Una de las razones por las que, a
Alfredo Astiz, el llamado ‘Ángel Rubio’ (en alusión al Dr. Mengele, el
criminal Nazi al que llamaban ‘El ángel de la muerte’), no puede abandonar la
Argentina, aunque su vida está constantemente perseguida por los familiares de
los desaparecidos, es porque la cólera de Francia se desató contra este sujeto
por considerarlo cómplice en los vuelos de la muerte, entre cuyas víctimas
había dos monjas francesas. Las monjas estaban reuniendo información sobre las
personas desaparecidas cuando fueron secuestradas y torturadas por el mismo
Astiz, y me han comentado que estuvieron vivas hasta el momento de emprender
los vuelos de los miércoles. Astiz fue arrestado por el gobierno de Alfonsín al
momento de escribirse este libro.
PAT RICE
Las tropas patrullaban las calles
vistiendo uniformes de guerra y con perros alsacianos. Cuando aparecía en algún
punto de la ciudad los autos verdes Ford Falcon sin identificar, era un claro
anuncio del arribo de los escuadrones de la muerte. La atmósfera nazi se
manifestaba con mayor evidencia en las celdas, donde se pintaron enormes
cruces esvásticas con el propósito de amedrentar a los prisioneros y lograr
quebrarlos con mayor facilidad y rapidez. Una de las causas más corrientes por
la que una persona podía ser arrestada, era manifestarse a favor de los pobres.
Ese fue el crimen de Pat Rice.
Pat Rice, nativo de la ciudad de Cork,
llegó a la Argentina desde Irlanda, como ‘Misionero de la Divina Palabra’, pero
abandonó esta congregación porque, según sus dichos: ‘Me alojaron con los
alemanes’. ( ) En su lugar, se unió a un grupo de trabajo de sacerdotes
franceses misioneros de Charles Foucault y fue destinado a trabajar en una
guarida de Villa Soldati, en los suburbios bajos de Buenos Aires. Allí se hizo
de algunos ahorros trabajando como carpintero y organizó grupos de oración en
horas de la tarde y los fines de semana. Sus amigos temían por su seguridad.
Uno de sus colegas (el padre Kelly, que más tarde sería asesinado en Belgrano)
le instó a su madre para que lo persuadiera de que abandonase el lugar. Su
advertencia estaba cargada de tanta angustia, que cuando le llegaron las
noticias sobre la detención de Pat, sus familiares ya lo daban por muerto.
El calvario de Pat comenzó la noche del
11 de octubre de 1976. Tenía entonces treinta y dos años y seis de residencia
en la Argentina. Como de costumbre, el barrio se encontraba en total oscuridad.
No era una zona muy segura, por lo que en ese momento estaba acompañando a
Fátima Cabrera, una joven de 21 años que trabajaba medio día en quehaceres
domésticos para hacerse de algunos pesos semanales. Ese día lo había ido
a ver a Pat para que le consiguiera unos medicamentos para su hermana que
padecía una grave enfermedad y a la que cuidaba con otro hermano menor. Estaban
caminando junto a un montón de basura amontonada en la calle cerca de su casa,
cuando fueron interceptados por una patrulla, que a punta de pistola los
metieron violentamente en un jeep y los llevaron a la comisaría. Pat recuerda
lo primero que le dijeron apenas entraron: ‘Te vas a dar cuenta que los
romanos eran más civilizados con los primeros cristianos, comparado con lo que
te va a pasar a vos’ Le levantaron la camisa hacia arriba para cubrirle la
cabeza y comenzaron a golpearlo. Después de algunas horas lo encapucharon
y lo metieron en un furgón para trasladarlo a otra barraca. Fátima iba
también.
La capucha que le habían puesto
aparentemente era improvisada porque estaba hecha con harapos y la tenía atada
alrededor del cuello. Cuando ésta se aflojó, pudo ver que era de lona
color amarillo. Pat dijo que el hombre que le cambió la capucha le advirtió:
‘No me mirés. Si lo hacés, sos hombre muerto’, y nuevamente comenzaron a
golpearlo. A esta altura ‘Me encontraba en muy mal estado’, dijo Pat, aunque
después estaría mucho peor: ‘Comenzaron a torturarme con agua. Me tapaban la
nariz y me vertían agua en la boca. Se traga mucha agua y su efecto es de
ahogo’.
El proceso, alternado con las palizas,
continuó a intervalos de tres a cuatro horas durante todo el día (12 de
octubre) Algunas veces durante la noche lo llevaban a otra pieza donde le
aplicaban la picana eléctrica. Sistemáticamente le fijaban los electrodos en
las partes más sensibles. Lo mismo le hicieron a Fátima, que estaba con él en
la misma pieza. Durante todo el día (13 de octubre) pudo oírla gritar. ‘Aquello
me volvió loco’ dijo. Para acallar sus gritos, después de arrojarle agua
sobre su cuerpo desnudo para un mejor shock eléctrico, los torturadores le
aplicaron los electrodos en la boca.
Según relata Pat, en un momento logró
levantar la capucha y ver a su alrededor. Pudo observar que se encontraba en
una pieza de torturas junto con otros siete prisioneros con capuchas amarillas
y encadenados a la pared. Al lado, en otra pieza, pudo ver a los torturadores
haciendo su trabajo. Cuando se dieron cuenta que se le había levantado la
capucha, Pat dice: ‘Casi me linchan con una cuerda alrededor del cuello’ Al día
siguiente, 14 de octubre, le dieron de beber un poco de agua y, por primera
vez, lo autorizaron a ir al baño. Ese día le dijeron: ‘Estuviste detenido por
ocho horas’. Nuevamente lo subieron al celular policial y lo trasladaron a la
jefatura de policía (calle Moreno 1550, Buenos Aires) adonde volvieron a darle
otra paliza. No obstante, cuando se recuperó, le dieron de comer y lo
autorizaron a tomarse una ducha. Cuando pudo verse, quedó horrorizado por las
marcas que tenía en todo el cuerpo. Sobre eso también le advirtieron que debía
decir que esas marcas, su ojo negro y una lastimadura en uno de los pies que se
veían muy mal, fueron a causa de la caída de una escalera. Cualquier otra
explicación que diera sobre el particular, sería suficiente para que ‘lo
encontraran flotando en el río’.
¿Cuáles eran los cargos en su contra?
Rice no lo sabe con certeza. Sabe que, por los interrogatorios, lo acusaban de
hacer pintadas contra los militares en el barrio donde trabajaba -lo que niega
totalmente- e insistían continuamente para que les diera los nombres de la
gente de la villa que él conocía, pero él se negaba, porque sabía que correrían
su misma suerte. No obstante, Rice sostiene que sus torturadores llegaron a la
conclusión de que en realidad no sabía nada y que era inocente respecto a
hechos de violencia. Uno de sus interrogadores le dijo: ‘Yo también estoy en
contra de la violencia y por esa razón no te voy a matar’. El pecado de Fátima
fue estar con él al momento de su arresto. Como sea, tuvo más suerte que ella.
La comunidad irlandesa y la iglesia concurrieron en su ayuda y el gobierno
irlandés, a través de su embajador, se interesaron por él. Fátima,
lamentablemente, no tuvo esa protección. La mantuvieron en prisión durante más
de un año, donde fue objeto de brutales abusos de todo calibre por parte de los
guardias y luego fue liberada con arresto domiciliario.
El 18 de octubre el Embajador
Irlandés Wilfred Lennon logró que lo dejaran ver a Pat. En la entrevista Rice
le habló en irlandés, por temor a que los policías en la pieza entendieran el
inglés, y le pidió, para el bien de todos, que no hiciera comentarios sobre su
estado físico. Rice estuvo detenido por cuatro meses más, posiblemente para
permitir que las marcas y heridas de su cuerpo desaparecieran. Después le
hicieron firmar un papel, en el que se comprometía a no hablar sobre lo
ocurrido. No obstante, dio una conferencia de prensa y habló con el
representante americano ante las Naciones Unidas Andrew Young.
Hasta ese momento, la comunidad
Argentino Irlandesa estuvo con él, pero después del estado público que tomó el
caso, la comunidad se dividió en dos, unos a favor y otros en contra. Esta
división se contuvo mientras estuvo detenido, porque tuvo mucho que ver con que
Pat y sus colegas de ‘La Divina Palabra’ venidos de Irlanda, eran misioneros
identificados con los trabajadores. La comunidad Argentino Irlandesa,
como sea, tendía más a identificarse con el régimen del proceso. Hubo algunas
excepciones sobre esto: Un prominente integrante de la comunidad Argentino
Irlandesa, Rodolfo Walsh, pagó con su vida por su abierto cuestionamiento al
régimen. Walsh, un periodista y escritor, publicó una carta abierta criticando
al régimen por sus abusos. Engañado por un llamado telefónico, fue acribillado
en una emboscada que le tendieron en una calle suburbana de Buenos Aires.
Michael MacCaughan, un periodista irlandés, estaba escribiendo un libro sobre
Walsh al momento de escribirse este libro.
Después de un tratamiento psicológico
en un hospital de Londres, Pat trabajó para las Naciones Unidas y ayudó a armar
la Federación Latino Americana para la Investigación de Desaparecidos. ‘Fue un
duro trajinar’ dice. Visitó campos de concentración en todo el continente
-Guatemala, Perú, etc.- y llegó a la conclusión de que en general, ha habido
alrededor de 90.000 desaparecidos. En un alto que hizo de una investigación en
Venezuela, se enteró por primera vez que Fátima todavía vivía. Se encontraron,
se enamoraron y decidieron casarse. Ahora viven en un placentero suburbio
de Buenos Aires con sus tres hijos. Fátima se recibió de maestra y Pat ahora
trabaja para un movimiento ecuménico de los derechos humanos, administrado
conjuntamente por la iglesia católica y protestante. Volvería otra vez a su
estado sacerdotal si la iglesia lo aceptara como sacerdote casado. A veces
conduce servicios religiosos metodistas.
UN COMPROMISO DE ANTIGUA DATA
El compromiso de Pat por la causa de
los oprimidos (y en general de todos los irlandeses que llegaron a estas
tierras) es de antigua data. Entre las fuerzas británicas que invadieron a la
Argentina en 1806, comandadas por el anglo-irlandés General Beresford, había
una gran cantidad de irlandeses. Éstos eran reclutados para formar grupos de
choque armados ( ) o directamente sentenciados por la corte a prestar servicio
en cualquiera de las fuerzas armadas inglesas. De manera que muchos de ellos,
que estaban confinados en barracas después de que Beresford conquistara Buenos
Aires, desertaron y se pasaron a las fuerzas argentinas. En momentos en que
éstas se encontraban superadas por el enemigo, un artillero irlandés, Michael
Skennon, al mando de un cañón, comenzó a dispararles a los ingleses cuando sus
camaradas argentinos entraron en retirada. Consecuentemente fue capturado por
los ingleses, maniatado al cañón y transportado a Buenos Aires donde fue
fusilado.
Un año más tarde cuando llegaron los
“Connaught Rangers” (‘los señores del diablo’ o ‘los amos del diablo’) era tan
grande la desconfianza que le tenían los ingleses, que ni siquiera les dieron
el pedernal para sus mosquetes. A raíz de ello, miles de soldados
totalmente desarmados, fueron masacrados en la batalla. Los irlandeses que
estaban bajo las órdenes de Beresford, cayeron prisioneros de los argentinos y
lucharon junto a éstos por la independencia de este país. Con esta actitud se
ganaron la confianza y el reconocimiento de los argentinos. Dos nombres
irlandeses sobresalen en esta guerra: Guillermo Brown, el fundador de la Armada
Naval Argentina y Juan Thomond O’Brien, el militar más sobresaliente de las
nacientes fuerzas armadas argentinas.
Guillermo Brown nació en Foxford,
Condado de Mayo, y por aquellos tiempos de la revolución de 1810, era un
experimentado capitán de la marina mercante. Durante el bloqueo del Río de la Plata su
barco fue capturado por los españoles. Con gran habilidad logró zafar y
capturó a su vez a uno de los navíos hispanos que condujo hasta las costas
argentinas. Fue en esa ocasión que las autoridades porteñas le ofrecieron el
comando de la infantería de marina. Entre el éxito y algunos fracasos en los
que se vio involucrado, hay un acontecimiento con gran sabor irlandés cuando el
11 de marzo de 1814 comandó un ataque a la flota naval española en el Río de la
Plata. El Capitán Jacinto Romarate, al comando de la flota ibérica contraatacó
el golpe con la ayuda de una batería de cañones pertrechada en las costas de la
Isla Martín García, que dominaba ampliamente la desembocadura del Río de la
Plata. Con su buque insignia dañado, Brown regresó y quedó varado en
las costas argentinas. Según se desprende de los hechos narrados, a los
rebeldes les resultaba muy difícil reponerse de las heridas recibidas y
Romarate no hizo mayores esfuerzos para aprovechar la ventaja que la ocasión le
ofrecía. Este error fue aprovechado por Brown, que esa misma noche mientras los
españoles dormían, enfiló hacia el enemigo con toda la flota bajo su mando y
arengó a sus hombres a entrar en combate. De esa manera Brown logró mantener
una estricta disciplina en la Fuerza Naval Argentina, con su liderazgo y
su ejemplo personal. Abolió la aplicación de los azotes para mantener la
disciplina, treinta años antes que lo hicieran los ingleses, gracias a la lucha
que emprendió otro destacado nacionalista irlandés: Charles Stewart Parnell.
El 15 de marzo, dos días antes del día
de San Patricio, Brown se propuso levantar la moral de sus hombres y logró
emprender una nueva embestida contra las fuerzas invasoras. Esa mañana amaneció
muy nebulosa, y tal como se esperaba, los españoles se empeñaron en hacer fuego
contra sus naves que aparentemente estaban dañadas, mientras Brown y sus
marinos rodearon la Isla Martín García con pequeños botes a remo, y por la
retaguardia tomaron por asalto las baterías de cañones allí emplazadas. Al
frente de su tropa Brown entró en combate y ordenó a sus gaiteros que
ejecutaran “Saint Patrick’s Day in the Morning” (“El día de San Patricio por la
mañana”), que hoy es el himno oficial de la Marina Argentina.
Thomond O’Brien, cuyas cualidades
fueron reconocidas por San Martín, nació en Wiclow -Irlanda- y arribó a estas tierras en
1814. El general José de San Martín fue el gran libertador de la
Argentina y lo nombró a O’Brien su ayudante de campo, permaneciendo al
lado del General durante toda su campaña libertadora iniciada en la
Argentina y extendida por Chile y Perú. Tanto O’Brien como Brown se
mantuvieron permanentemente ligados a los intereses de Irlanda y formaron
agrupaciones en Buenos Aires en apoyo a Daniel O’Connell en la campaña
emancipadora católica irlandesa. O’Brien volvió a Irlanda en 1827 con la
esperanza de traer emigrantes irlandeses para la Argentina, en el marco de un
acuerdo con el entonces presidente Bernardino Rivadavia. En la ocasión accedió
y logró que emigraran 200 irlandeses para trabajar en la cría de ovejas en las
zonas pampeanas de Buenos Aries. Los esfuerzos de O’Brien apuntaban a
contrarrestar el fraude del que muchos irlandeses fueron víctimas por parte del
Gobierno Brasileño, quien había prometido a un grupo de agricultores y
soldados, de proveerles dinero, raciones y, después de cinco años, cincuenta
acres ( ) de tierra en compensación por sus servicios militares prestados. ( )
Cuando los irlandeses protestaron por el incumplimiento de lo pactado con el
gobierno brasileño, fueron encarcelados. Cuando en 1830 fueron liberados, se
estima que alrededor de tres mil emigraron a la Argentina.
El mayor furor inmigratorio lo
fomentaron tres prósperos comerciantes que hicieron fortuna con sus negocios en
la Argentina, ellos fueron: William Mooney, Patrick Bookey y Patrick Brown. Mooney y Bookey provenían de
Westmeath y Brown de Wexford. A poco de andar,
Thomond O’Brien comprobó que sus esfuerzos valían la pena gracias a las buenas
referencias que tenían los inmigrantes irlandeses llegados a Buenos
Aires. Hasta el día de hoy los descendientes de aquellos inmigrantes
provenientes de Wexford y Longford/Westmeath, con la pronunciación coloquial
del inglés de esos condados, todavía se conservan intactos. Uno se puede
encontrar con personas que tranquilamente se parecerían a un típico granjero
irlandés y que puede llamarse Guillermo Power, Salvatore Rossiter o algo
parecido, y si tiene el hábito de hablar en inglés, uno se puede perdonar si
cree que está escuchando al principal actor de “Glenroe”, una de las series más
populares de la vida rural en Irlanda que trasmite la Radio y Televisión
Telefis Eireann’s.
EL NEGOCIO LANAR
Transcurría el siglo diecinueve y la
hambruna se desató en Irlanda, lo que provocó que más y más inmigrantes
siguieran los pasos de Thomond O’Brien, Bookey y Cía. Alrededor de 1895,
cuando se realizó el censo en el centenario de la República Argentina, los
irlandeses ascendían a 18.617 entre un total de alrededor de cuatro millones de
habitantes. En esa época el gobierno argentino promovía la inmigración y
entusiasmaba a los irlandeses a que se instalaran en el país, dándoles una
cordial bienvenida por su condición de católicos y honestos trabajadores,
ofreciéndoles vastas extensiones de las tierras pampeanas, ‘the camp’ (‘el
campo’) como se las conoce hasta la actualidad. Por encima de este crecimiento
masivo de la cría de ovejas, se produjo una excelente oportunidad para
beneficiarse de la tierra. Un irlandés llamado Peter Sheridan fue uno de los
criadores de raza ovina merino que más progresó en el año 1824.
Es oportuno remarcar lo irónico que
resulta, que a raíz de las penosas dificultades que afrontaron los granjeros irlandeses
y que los obligaron a desprenderse de su tierra natal, hayan prosperado tan
fuertemente en la Argentina. Entre 1822 y 1837, la producción lanar tuvo una fuerte
suba en toda Europa, a causa de la Revolución Industrial que requería de sus
derivados. Buenos Aires exportó 33,417 arrobas (una arroba es alrededor de 25
libras) ( ) de lana en 1822. En 1837 las estadísticas registraban 164,706
arrobas a un precio que había trepado de 1 dólar a 2 dólares cada una. Por
1893, se calcula que 261 millones de libras de lana de oveja fueron exportadas
anualmente y la cantidad de cabezas en pie estaba estimada en 69 millones. ( )
Los irlandeses estaban en el corazón de esta expansión, tal como lo señala este
artículo:
“El último sábado se vendieron en
remate... alrededor de ¾ de leguas cuadradas de campo por la suma de $ 1.010.000...
el precio más elevado que se haya registrado en este país. Resulta innecesario
acotar que el comprador fue un irlandés. ¿Quién puede pagar $ 1.010.000 por ¾
de una legua excepto un irlandés? Eso demuestra que tan solo ese hombre pudo
costear un precio, que ningún otro sería capaz de pagar; de ahí es que se están
convirtiendo en los propietarios de las mejores tierras de la provincia.
Hay zonas extensas en el norte que pertenecen exclusivamente a irlandeses. A
este paso nadie puede competir con ellos. Perseverantes y laboriosos, sus
principales aspiraciones son: una gran pasión por la cría de ovejas y poder
tener una buena parcela de tierra para alimentarlas. Gracias a esto los
irlandeses de diez años atrás han estado creando una gran revolución en este
país. En medio de las guerras y a pesar de las turbulencias sociales y
políticas, las sequías y la disminución de la producción, ellos han mantenido
el valor de la tierra y gradualmente han elevado el optimismo a niveles jamás
imaginados... Esperemos que sigan comprando tierras por un millón”. ( )
Los granjeros irlandeses eran
responsables, al menos en gran parte, de la exportación de lana argentina en la
década de 1870. Alrededor de 1890 unas trescientas (de las 3.000) familias
irlandesas eran dueñas de 1.580.335 acres ( ) solamente en la Provincia de
Buenos Aires. “The Standard” el diario que se editaba en inglés, estimó con
bastante certeza el día de San Patricio de 1888, que los irlandeses eran dueños
de alrededor de 20 millones de cabezas ovinas de las que se podían obtener un
dividendo de aproximadamente 1.3 millones de libras al año. Generalmente estos
campos no excedían 6.000 acres, suficientes para alimentar a unas 10.000 ovejas
y a una familia con todo confort. Para el día de San Patricio del año
1877, el periódico publicó un artículo que daba cuenta de la compra de una
estancia por parte de un irlandés, en la suma de 2,5 millón de libras
esterlinas.
Los dueños de estas grandes extensiones
llegaron a la Argentina con menos de un penique. ( ) Entre estos hombres,
Michael ‘Big Mickey’ Murray, llegó a Chascomús en 1835 con un poquito más que
su ropa puesta. Murió en 1868 siendo dueño de dos estancias, de una legua
cuadrada cada una (tres millas), con un total de 30,000 ovejas, 500 vacas y 150
caballos. El paso del tiempo no perjudicó su bienestar. Los irlandeses formaron
parte de un gran segmento de la sociedad argentina. Actualmente, se dice que la
familia Duggan fue una de las más ricas del país. Una integrante de esa familia
me contó que su bisabuelo: ‘Donó más dinero que ningún otro en el mundo a la
IRB. ( ) No le vendía ni leche ni carne a los ingleses y era dueño de más
tierra que toda Irlanda junta’ ¡Y yo le creo!
Sin embargo, se habla mucho de la ruina
en la que cayeron muchas de estas familias, algunas a causa de sus adicciones
al alcohol, caballos lentos y mujeres ligeras; y también es cierto que había
una tendencia de la gente mayor autócrata, de regatear la cesión de sus bienes
a sus descendientes, a quienes tampoco instruyeron debidamente en el manejo de
sus negocios. El resultado: Hasta que los jóvenes se hicieron cargo, se desperdiciaron
energías e iniciativas que resultaron desastrosas para sus economías.
A pesar de ello, los irlandeses
ayudaron a transformar la región en una de las principales productoras de
alimentos en el mundo.( ) Hilda Sábato y J.C. Korol hacen hincapié en ciertos
métodos que usaron, aparte del trabajo que demandó la preparación del terreno.(
) La evolución de la raza ovina Rambouillet, cuya producción tanto de carne
como de lana llegó a tener muy alta calidad, ayudó a amortiguar los vaivenes
del mercado e incentivó a los irlandeses a mejorar y ampliar sus negocios a
través de medidas de avanzada. Alambraron los lotes, canalizaron aguadas y
fertilizaron los campos para la siembra, además de aportar a la Iglesia fuertes
sumas de dinero destinado a la construcción de escuelas y a la
educación de sus hijos. Otros se dieron el lujo de comprar casas de gran
confort en la ciudad. Michael Ballesty, un irlandés, introdujo la primera
cortitrilla a vapor en 1859 ( ) Los irlandeses tuvieron la iniciativa de
construir las vías férreas y en algunos casos, en las estancias de grandes
extensiones, habilitaron estaciones en sus propios campos. De manera que no es
sorpresa encontrar nombres irlandeses entre los grandes terratenientes de la
aristocracia argentina.
SOLEDAD Y HOSTILIDAD
Los irlandeses tuvieron más estimulo
que la mayoría de los inmigrantes para soportar las presiones que tuvieron
cuando se fueron a vivir a las pampas. Es que era preferible vivir en esas
condiciones que bajo el nivel del hambre en Irlanda. El principal estímulo que
tuvieron fue el beneficio “por mitades” que lograron de sus contratantes. El
propietario de las tierras le daba al arrendatario una majada, digamos de 2.000
ovejas, que se duplicaba en el término de tres a cuatro años. Cuando se
vendían, al arrendatario le correspondía la mitad del beneficio obtenido y
generalmente lo invertía en comprar más ovejas o más campo, o ambas cosas a la
vez. A fines del siglo dieciocho, como la demanda de tierras aumentaba entre
los irlandeses y otras corrientes inmigratorias, particularmente los italianos,
el sistema “por mitades” se modificó: Las utilidades bajaron entre una tercera
o cuarta parte, o bien se convirtieron en un simple salario. De manera
que una de las formas más lucrativas era el incremento de los rediles.
Más allá de la soledad y las
dificultades que originaba la vida en las pampas, los irlandeses debieron
vérselas con la hostilidad de los indígenas -como sus coterráneos del norte
americano- que se oponían a que les fueran arrebatadas sus tierras. Los
bandidos fueron también una permanente amenaza, especialmente contra los
irlandeses que se habían ganado la fama de ganar mucho dinero. Numerosos terratenientes
irlandeses fueron asaltados y mucha gente asesinada antes que las fuerzas
armadas gubernamentales pudiera desplazarse con mayor celeridad, y salir al
cruce a los maleantes que se desplazaban con total libertad.
El accionar más drástico que encaró el
gobierno fue con los indígenas, contra quienes se montaron una serie de guerras
de exterminio, siendo la última en el año 1877. El carácter de estas
guerras de liquidación puede ser catalogado como uno de los primeros
experimentos en la guerra bacteriológica. Los argentinos tomaron la primera
práctica experimentada por los británicos en las guerras coloniales americanas,
con la que decidieron deshacerse de los indígenas y de un gran número de gente
de color que integraba sus tropas. A los desafortunados negros les
entregaban mantas infestadas con virus de la viruela. De este modo los
atacantes y atacados se contagiaban y morían a causa de las infecciones.
DISMINUYE LA INMIGRACIÓN
La inmigración irlandesa en gran
escala terminó alrededor del año 1890. Esto se debió en parte a la atracción
que ejercía Estados Unidos y porque el desarrollo logrado en las pampas, además
de la competencia originada con otros grupos étnicos, redujeron para los
irlandeses sus oportunidades de progreso. Pero también influyó en parte, el
rechazo de los irlandeses por emigrar a la Argentina, especialmente cuando
intereses económicos muy fuertes promovían negocios más lucrativos en Estados
Unidos. A esto se agregaba el inconveniente de un viaje más largo y costoso al
Río de la Plata que demandaba unos 60 días en barcos a vela y unos 30 días en
barcos a vapor, lo que resultaba dos veces más largo y dos y medio más
caro que el viaje a Norte América. ( )
El caso Dresden tuvo sus efectos
particularmente negativos para la buena imagen de la Argentina como destino
emigratorio. Este caso se originó en 1881 a raíz una decisión tomada por el
entonces presidente Julio Argentino Roca de enviar al Dean Patrick Dillon en
comisión a Irlanda, con la intención de incentivar la emigración a la
Argentina. En aquella ocasión Dillon se encontró con la tenaz negativa de los
agentes navieros, pero igualmente no cejó en su cometido y continuó
persuadiendo a la gente para que viniesen a radicarse en el Río de la Plata.
Como resultado de ello, funcionarios de emigración abrieron oficinas en las
ciudades de Dublín y Corck ofreciendo pasajes pagos por adelantado y logrando
que el barco “City of Dresden” partiera desde Cork en enero de 1889 con 1800
pasajeros a bordo; 1.100 eran irlandeses. El 17 de febrero el barco llegó a
Buenos Aires y los pasajeros se encontraron con que no se habían tomado las
previsiones necesarias para su arribo. Esta situación terminó en una gran
protesta pública, que duró meses y cobró algunas vidas, antes que los pasajeros
del Dresden fueran instalados definitivamente. A raíz de este fracaso, se le
solicitó al arzobispo de Dublín que hiciera lo que estuviera a su alcance para
restringir futuras emigraciones de su arquidiócesis y se le advirtió a la
oficina de Corck sobre las consecuencias derivadas sobre la distribución de
pasajes prepagos.
EL BUEN PADRE FAHEY
El aparente buen pasar que brindaba la
vida en las pampas fue descrito posteriormente con gran pomposidad, como si
todo fuera color de rosa, por el periodista argentino-irlandés William Bulfin,
cuyo hijo Eamon fue partícipe del levantamiento de 1916, y su hija Kit contrajo
matrimonio con Sean MacBride, el Premio Novel de la Paz, hijo de John MacBride
que fuera fusilado por su participación en la misma revuelta.
William Bulfin escribió:
“Que Dios esté como en los viejos
tiempos cuando los muchachos, establecidos felizmente en el campo, llegaban a
Buenos Aires en busca de esposas. Aquí siempre estaba el amigo que necesitaban:
el buen padre Fahey. Él conocía a todas las chicas casaderas de la ciudad,
sabía cuándo habían llegado y de dónde provenían, sabía del muchacho adecuado
que les convenía a cada una y el esposo ideal para ellas. De manera que
las parejas se armaban tanto en el cielo como en la tierra.
Que Dios esté en el difícil y fatigoso
viaje de luna de miel que comenzaba a la mañana siguiente de la boda, cuando la
joven pareja emprendía el largo trayecto hacia su casa en el campo. La
pareja nupcial lo hacía en un enorme carro cubierto tirado por seis bueyes, con
ejes de madera que parecían silbar la marcha nupcial. Un joven vasco de tez
morena, provisto de una pica de alrededor de doce pies (una caña que servía de
rienda y látigo) estaba encargado del espectáculo que ofrecía esa solemne
procesión que cruzaba a través de la solitaria pampa a razón de doce millas por
día, ( ) cuando el tiempo acompañaba. En el carro, además de la pareja,
cargaban los artículos domésticos necesarios y algunos muebles para la nueva
casa y una buena cantidad de enseres como tijeras, botas largas, cañerías de
arcilla, tabaco, algunas botellas de agua fuerte y muchos otros elementos que
serían muy largos de enumerar. El trayecto hasta su destino demandaba
entre dos, tres y hasta cinco semanas según las distancias y el estado del
tiempo. La heroína junto a su héroe vivió feliz por siempre”. ( )
El “buen padre Fahey” al que se refiere
Bulffin, fue el único que tuvo una influencia firme y decisiva en la vida de
toda la comunidad irlandesa en la Argentina. Anthony D. Fahey (él prefería que
su nombre se escribiera con una E, aunque en la posteridad la mayoría de los
escritores lo hicieron sin ella) era un sacerdote irlandés perteneciente a la
Orden de los Dominicos, tenía 39 años en 1843, cuando fue enviado por sus
superiores a Buenos Aires como capellán de los irlandeses. Rápidamente se
convirtió no sólo en un pastor espiritual, sino en un hábil consejero temporal.
A través de una gran amistad que entabló con el banquero protestante Thomas
Armstrong, obtuvo préstamos importantes para los irlandeses y desarrolló un
sistema de información que detectaba los movimientos de los mercados propicios
para la venta de granos y la compra de equipamientos e insumos. También adquirió
una gran notoriedad como intermediario en el armado de parejas para casarse. Por
aquellos años, era habitual que los hombres vinieran a Buenos Aires dos veces
al año para vender su producción. Fahey autorizaba a los muchachos a que se
embriagaran durante dos días y luego organizaba una reunión social con bailes y
cantos, donde aprovechaba la oportunidad para presentarlos a las chicas en edad
de contraer matrimonio. Salvo algún imprevisto contratiempo, al día siguiente
se formalizaban las bodas.
El padre Fahey tuvo, como dije, mucha
influencia en la formación del carácter de los irlandeses, a quienes urgía
mantenerse lejos de las ciudades y forjaran su futuro en las pampas. ¡Bob
Santamaría lo hubiera aprobado! ( ) Fahey incluso los entusiasmó para que se
mantuvieran trabajando en el campo, que era lo que realmente sabían hacer,
especialmente la cría de ovejas, en vez del cultivo de cereales. Fahey fue el
gran artífice de la prosperidad de muchos irlandeses y al revés de lo sucedido
en otras partes del mundo, no permitió la formación de ghettos.
Sin embargo, los irlandeses crearon ghettos
en su mentalidad, y la influencia de Fahey en sentar la presencia irlandesa en
las pampas, tal vez haya reforzado un proceso cultural y una atrofia
política-social que afectó notablemente a los irlandeses, aún mucho tiempo
después de su muerte. Aunque residían en la inmensidad de las pampas, sus
mentes se desarrollaron como en un ghetto. Tendían a evitar que sus hijos
aprendieran el castellano, procurando mantener su identidad irlandesa, como si
jamás hubieran salido de Irlanda. Mantuvieron contacto con Irlanda, fundando
sociedades irlandesas y contrayendo matrimonio entre miembros de la comunidad.
Fahey intentó entusiasmar el aprendizaje del castellano, especialmente a los
jóvenes sacerdotes que él mismo ayudó a traer a la Argentina. Hizo
arreglos bajo su responsabilidad y costas para que los sacerdotes destinados a
Buenos Aires fueran entrenados en el All Hallows in Dublín, para que, de esa
manera, en la década de los años 1860, una docena de sacerdotes se abrieran
camino en las pampas y desarrollaran su misión pastoral. Una de sus obras, el
Instituto Fahey de Buenos Aires, todavía se encuentra en plena actividad.
Este es un colegio para varones que (no obstante, la existencia de un estricto
régimen interno) posibilitó a muchos chicos una formación socio cultural que no
hubieran podido lograr por otro medio. Actualmente desarrolla su actividad
educativa abierta a chicas y chicos de todas las comunidades. Fahey también
construyó hospitales. Fue él quien trajo a la Argentina a monjas de la orden
Sisters of Mercy de Irlanda para que se hicieran cargo del hospital y de los
huérfanos.
Fahey era un viajero permanente. Aún a
edad avanzada se las arreglaba para visitar a los feligreses más alejados;
hacía hasta 60 millas por día a caballo, y a veces dormía a la intemperie al
mejor estilo gauchesco. Las primeras viviendas de los asentamientos irlandeses
que Fahey visitaba fueron descriptas por Bulffin de la siguiente manera:
“El techo de juncos o de mimbres... la
puerta hecha con madera fuerte que es barrera de contención (contra los
indios y otros malhechores) Un agujero en el techo hace de chimenea y varios
agujeros en las paredes sirven para ventilar... una barra de hierro a 6
pies ( ) desde el suelo (sostiene) trozos de carne de cordero para la manutención
familiar que integra un forastero con sus hombres y sus perros...
el piso es de tierra... aquí y allá una pulga y un chasquido sonoro de una
palmada crea un ambiente hogareño. De vez en cuando ingresa una víbora...
(La vivienda consiste en) una habitación
de no menos que 12 x 8 pies ( ) La cama está en un rincón, tiene el
elástico hecho con cuero duro de caballo en lugar de lona, algunos cueros de
cordero como colchón, un poncho en lugar de sábanas y cubre cama... de la pared
cuelgan una pava, una olla, una sartén, un jarro para beber, un candelero y
arneses... una caja con el fondo hacia arriba sirve de mesa. Debajo de ella se
guarda el té, el azúcar, el arroz y otras provisiones. Cuando ingresan las
hormigas, la caja es rodeada por una pequeña canaleta de cuatro pulgadas ( ) de
profundidad que se llena con agua... un viejo baúl en el otro rincón tiene la
ropa del forastero y otros trastos, no hay sillas ni bancos. Los únicos
asientos son dos o tres cabezas de vacas...”
Después de un tiempo, el Padre Fahey se
hizo casi ‘indispensable para los hombres de campo’, ( ) pero el momento cumbre
de su vida llegó cuando se desató una gran epidemia que sacudió a Buenos Aires
en los años 1867 y 1871. Fahey sobrevivió a la primera epidemia de cólera
y atendió a los enfermos y sepultó a los muertos, no importándole su
nacionalidad y haciendo colectas para los afectados. No obstante, la fiebre
amarilla que sobrevino en 1877 se llevó al infatigable sacerdote
juntamente con unos 180,000 a 200,000 víctimas más. La biografía del Padre
Fahey subraya con justicia que, “con Fahey, los irlandeses en la Argentina se
constituyeron en una importante comunidad organizada y próspera”. ( )
LA VIDA EN LAS PAMPAS
Tuve la suerte de juntarme con copias
documentadas de unos diarios ( ) preservados por el señor Diego Savage, de los
Savage de Luján. La presencia y su voz tenían un sonido igual al de un granjero
contemporáneo de Westmeath, de donde provienen sus ancestros. Los diarios
apuntados datan de los años 1875 a 1916, y aunque su introducción está
cuidadosamente escrita, contiene apenas una línea por día y refleja un cuadro
de continuo crecimientos y prosperidad. De acuerdo al número de ovejas y las
referencias a los cultivos, se nota claramente que van aumentando con el correr
de los años, como también la variedad de los alimentos y frutas consumido en la
estancia. Gran parte de los datos se refieren al estado del tiempo, por ejemplo,
en un día de fecha x dice: ‘llovió todo el día’ y en otro: ‘hoy ha sido un
día muy ventoso’. Los Savage obviamente eran muy caritativos; había quiénes le
pedían préstamos de dinero personales o para la parroquia. La religión era una
constante en la vida de los irlandeses y así lo prueban las permanentes
referencias que se hacen a las celebraciones de Misas en Luján. La combinación
que existía entre la religión y el estado del tiempo se resume en el siguiente
párrafo donde dice: “El tiempo continúa muy seco. El campo está mal. Un gran
número de obispos se encuentra reunido en Luján”.
El detalle de las cosas elementales que
suceden en una casa - ‘el jardín está lleno de yuyos, se compró un par de
botas’- marca el origen de la monotonía que encerraba la vida de la clase
pudiente. Métodos muy irlandeses, que ayudaban a combatir el tedio se hallan en
unas anotaciones ocasionales tales como “José está desde hace una semana
borracho en Luján” o sino: “Hoy pasó Willy Savage y no estaba sobrio”. También
una alusión sobre los peligros que existían en la zona y que eran registrados
mediante escritos muy concisos, como el que sigue: “Cristóbal Kiernan fue
herido mortalmente con un cuchillo por Tom Cod, Rioja” El desafortunado
Cristóbal no es el único que está mencionado en el suceso fatal, que además
detalla cómo se aplicó la ley mediante la recopilación de datos que determinó
una pena de ‘seis años y seis meses por el crimen’ para Cod.
El cerrado hermetismo que se vivía en
el campo quedó evidenciado en una anotación del año 1916, donde dice de la
asistencia a una misa en la catedral de Luján ‘por el fin de la guerra en
Europa’, pero no hace mención de ningún otro acontecimiento que preocupara a
los irlandeses en ese período, como pudo haber sido el levantamiento de 1916,
ocurrido en su propia tierra.
LA MUJER IRLANDESA EN LA ARGENTINA
El padre Fahey -como se ha dicho- tuvo
una fuerte influencia en la comunidad irlandesa, y sentó los principios de
rendirle a Cristo lo que a Él le pertenece, y al César mediante el pago de sus
tributos, manteniéndose así al margen de los asuntos temporales. Económicamente
los irlandeses progresaban, y estaba en ellos canalizar sus necesidades por sus
propios medios, o bien a través de su Iglesia, cooperando con ésta, sin
necesidad de confrontar con las estructuras de poder. Fahey fijó las
pautas de convivencia en una memorable carta que publicó el ‘Dublín Review’, en
la que elogiaba a uno de los más sangrientos dictadores de la historia argentina,
Juan Manuel de Rosas, por sus muchas y finas cualidades. Vale decir
‘cualidades’ que ignoraban otros principios. Los exagerados elogios de
Fahey al dictador fueron fundamentalmente motivados por el temor de que se
volviera contra los irlandeses, con la misma furia con que había encarado
el trágico suceso que terminó con el fusilamiento de Camila O’Gorman.
Por añadidura, en el caso de Camila,
además de los feroces ataques del estado, se le sumó la presión de la propia
familia de Camila y de la Iglesia, formando así una triple condenación. Camila
había nacido en 1828 en una de las familias irlandesas más distinguidas de la
época. Su abuelo, Miguel O’Gorman, fue un médico prominente que adquirió
fama por haber reorganizado las cátedras de enseñanza médica y la construcción
de hospitales. Su sobrino Thomas era un próspero comerciante que había sido
espía para la corona británica y merced a su información, pudo concretarse la
invasión de 1806 comandada por el General Beresford. Los dos hermanos de Camila
también se destacaron en el ámbito de la sociedad porteña. Uno de ellos fue
sacerdote y el otro un jefe policial. Camila era muy amiga de Manuelita Rosas,
la hija del dictador, y concurría habitualmente a la mansión de los Rosas.
Sin embargo, a pesar del ambiente de
rigor en el que se desenvolvían las familias de entonces, Camila y Wadislao, el
hijo de una distinguida familia argentina de apellido Gutiérrez, se enamoraron.
El muchacho era muy amigo del hermano de Camila, y como él, también era
sacerdote. La pareja, para el horror de la alta sociedad porteña, se fugó. El
padre de Camila, Adolfo O’Gorman, en una carta que le envió a Rosas describió
la fuga como ‘el acto más atroz jamás registrado en este país’ ( ) Temiendo que
la rebeldía de los jóvenes se convirtiera en un símbolo contrario a las costumbres
de la época y que pudiera desencadenar una ola de oposición a su régimen, Rosas
publicó una orden de arresto contra los fugitivos para ‘satisfacer a la
religión y a la ley, y para prevenir futuros casos de inmoralidad y desorden’.
( )
Durante algunos meses la pareja eludió
el asedio del tirano, navegando por ríos durante la noche, evitando todo
contacto con la gente y durmiendo a la intemperie. Se dirigieron a Goya en la
Provincia de Corrientes, donde iniciaron una escuela con buenos resultados que
los hicieron populares, pero que marcaron el inicio de su desventura. En una
celebración en honor a la pareja, Camila fue reconocida por unos familiares, un
tal Padre Gannon. El sacerdote los delató, luego fueron detenidos y condenados
a muerte. Entre los que participaron de la sentencia estaban el padre de Camila
y el reconocido jurista Dalmacio Vélez Sarsfield, pariente del héroe irlandés
Patrick Sarsfield, el defensor del sitio a Limerick (en cuyo recuerdo se nomina
un equipo de fútbol argentino) En la mañana del 18 de agosto de 1848, Camila y
Wadislao fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento. Camila llevaba en
ese momento nueve meses de embarazo.
La tragedia de Camila tuvo el mérito de
ser la única de la que se tenga memoria. Otras mujeres irlandesas figuran en la
historia argentina, pero por motivos más felices. Cecilia Grierson fue la primera
doctora latinoamericana en 1889 y fue una de las pioneras en enseñar el sistema
Braile a los ciegos. Fundó la primera escuela de enfermeras en Sudamérica. En
la Plaza San Martín, una de las principales de Buenos Aires, se puede observar
una notable obra arquitectónica, el Edificio Kavanagh, un símbolo referencial
de la ciudad. Fue construido por una mujer descendiente de irlandeses en los
años 1930 y es uno de los edificios antiguos más altos de Buenos Aires.
No obstante, la sociedad irlandesa en
la Argentina, por lo menos hasta una década o dos antes de escribirse este
libro, era dominada por los hombres y el clero. Las evidencias de esta
supremacía todavía prevalecen en la actualidad. Tuve oportunidad de conversar
con una mujer argentino-irlandesa del ambiente cultural de Buenos Aires, que se
mostró ansiosa por leer mis libros para poder interiorizarse sobre el IRA y la
situación política. Cuando le di el nombre de mis editores se sorprendió mucho.
“¡Pero como, si esos son ingleses!” exclamó “Mi hermano X me dijo que jamás
leyera un libro de la historia irlandesa que fuera publicada por los ingleses,
porque es pura propaganda...”
LA MASONERÍA
Para los irlandeses católicos, la
Masonería tiene la imagen de un fantasma, no solamente por su protestantismo,
sino por su tradicional asociación con los Orange, particularmente por su
accionar en Irlanda del Norte y su asociación en ambos, la Royal Ulster
Constabulary y la fuerza policial británica. No obstante, en la Argentina la
Masonería tiene una historia más honorable, a pesar de haber sido introducido
al país por Beresford con el propósito ampliar la influencia británica. Jugó un
rol muy importante en la liberación de las naciones en la región. José de San
Martín, el libertador de la Argentina era masón, como también lo fueron muchos
otros líderes latinoamericanos, incluidos Guillermo Brown y Simón Bolívar. El
secreto de las células Masónicas, que en parte estaban ligadas por las mismas
razones que la Hermandad Republicana Irlandesa, era para protegerse de los
espías, por eso los masones jugaron un rol preponderante en la reforma social
del siglo dieciocho. En la actualidad, los diarios de Buenos Aires anuncian en
sus ediciones diarias los eventos que se llevan a cabo en los centros
masónicos. Por otro lado, algunos piensan que los colores celeste y blanco de
la bandera argentina, fueron inspirados en el manto de la Virgen María, mientras
otros opinan que fue de inspiración masónica.
Después de la muerte del Padre Fahey,
el sucesor del liderazgo pasó a ser el Deán Patrick Dillon. Este sacerdote
actuó activamente en la política, contrariamente a su antecesor, cuya misión
fue puramente pastoral. Dillon fue uno de los inspiradores de la fundación del
Club Almirante Brown en 1879. El club se transformó en un centro de atracción
para el interés de los irlandeses. Dillon también fundó “The Southern Cross”,
el primer semanario católico en 1875. (Asimismo había otro diario en
circulación, cuyo propietario también era un irlandés: “The Standard”, pero
estaba dirigido más bien a la comunidad británica) En 1874, mediante una
circular que informaba sobre el propósito del diario, Dillon decía que:
“será la voz de un diario irlandés
católico en el país, ‘The Southern Cross’, aparecerá el 1° de enero. Espero que
el diario se encuentre en cada mesa de cada hogar irlandés e inglés de la
Confederación Argentina. Tengo experimentado el amor que ustedes sienten hacia
su religión y hacia la tierra de sus padres, y consecuentemente, cuento con
vuestro apoyo. El lineamiento del diario será liberal (como el “Freeman” de
Dublín). El diario no adherirá a ningún partido en particular en el país. Los
eventos de la semana serán comentados y procesados con estricta
imparcialidad... Ya he destacado corresponsales en Dublín, Roma y Nueva York”.
( )
Se puede asumir con seguridad que los
gastos de los tres corresponsales no eran motivo de envidia para los otros
periodistas de Roma, Dublín y Nueva York.
Como sea, el diario jugó un rol muy
importante en la vida comunitaria de la sociedad Argentino Irlandesa. William
Bulfin fue su más destacado director en los comienzos del siglo diecinueve,
pero el más corajudo de los periodistas que tuvo el diario fue sin dudas el
Padre Federico Richards CP, a cuyo cargo estuvo la dirección durante los años
1976-84, en los que desafió abiertamente a sus lectores y a la Iglesia, que, a
la sazón, eran abiertamente conservadores, a tal punto de convertirse en
reaccionarios. Le objetaban la condena que hacía a los abusos de los derechos
humanos y haber publicado una entrevista a los partidarios de la teología de la
liberación, como Dom Helder Camara. Aunque el periódico perdió suscriptores,
Richards ganó notoriedad, especialmente por la cobertura que hizo sobre los
asesinatos de los sacerdotes palotinos en Belgrano. Esta postura estaba en
total discrepancia con la jerarquía eclesiástica, cuya evidencia quedó al
descubierto con el comportamiento del Cardenal Aramburu, cuando presidió la
misa de réquiem por los sacerdotes asesinados, pero ni siquiera predicó, ni se dignó
dar sus condolencias a los familiares de las víctimas.
La dirección editorial del Padre
Federico Richards CP, tal vez pueda juzgarse a partir de la decisión
tomada por la Congregación Pasionista de vender su parte del diario a un grupo
de personas que actualmente lo administra -los Palotinos controlan una tercera
parte, la federación de Sociedades Argentino Irlandesas otra tercera parte y la
restante está en manos de un grupo de colaboradores: Willy Patrick Ford, Luis
María Flynn y John Edmundo Rossiter, todos los cuales, como su director el
Padre Kevin O’Neill, fueron muy amables y considerados conmigo al ayudarme a
entender a la comunidad irlandesa en la Argentina.
La oficina del periódico es un ambiente
agradable donde se fusionan el pasado con el presente. En las paredes hay
fotografías de Edmund Ignacio Rice el fundador de la congregación de los Irish
Christian Brothers, del patriota Padraig Pearse, del Almirante Guillermo Brown,
del General José de San Martín, de Eamon De Valera y de Mary Robinson, además
una cruz de Santa Brígida y el mapa de Irlanda. Apenas entré me vino a la
memoria el “Irish Press” ( ) de los años 1950, y no me sorprendí cuando me
dijeron que su lineamiento era ‘fuertemente católico y nacionalista. Todos
éramos del IRA y de Valera, pero ahora ya no.’ No, evidentemente, ahora
no. El “Irish Press” que De Valera había fundado en 1931, con dinero obtenido
de los aportes efectuado mediante un abono por los emigrantes irlandeses
de todo el mundo y destinado al movimiento proindependentista de Irlanda, debió
cerrar porque no hubo una fundación que lo respaldara y lo dirigiera conforme a
los cambios que se originan en las sociedades. Edmundo Rossiter me dijo que su
padre fue miembro de la Irish Altar Society ( ) cuando el diario cumplió su 50
aniversario, y que él lo era en el centésimo aniversario, vale decir cincuenta
años más tarde. Por otro lado, y a pesar de la imagen del ‘Round Tower and
Shamrock”, “The Southern Cross”, ha sobrevivido mucho más que el “Irish Press”
y parece firme en su propósito de continuar cumpliendo su rol influyente en la
comunidad irlandesa.
ENARBOLANDO EL TRÉBOL
Paralelamente a la iniciativa de Mons.
Patrick Dillon de fundar el periódico “The Southern Cross”, hubo otros
progresos en la Iglesia. La orden de los Pasionistas llegó a Buenos Aires en
1879, seguida por la de los Pallotinos en 1885. Como podemos ver, con su ingreso
en la editorial del diario, los Pallotinos también fueron partícipes de una
historia muy sangrienta, aunque la controversia fue iniciada por los
Pasionistas. El primer Pasionista fue el Padre Martín Byrne, nacido en Dublín,
quien pretendía que la casa en la Argentina fuera exclusivamente irlandesa, a
cuya iniciativa la comunidad adhirió gustosa. No obstante, Roma, fiel a su
política, miraba de reojo la gran masa de emigrantes italianos que llegaban a
Buenos Aires y ordenó que éstos también integraran la flamante fundación. Byrne
se resistió y fue expulsado en 1884. El conflicto fue superado recién en 1914,
pero mientras tanto, el tiempo jugó a favor de los irlandeses y la disputa
prevaleció: ‘una marca de las tensiones entre los nacionalistas y elementos probritánicos
de la población irlandesa’. ( )
Muchas de las instituciones educativas
y de caridad que nacieron como irlandesas, fueron prosperando y consiguieron
medios para el mantenimiento de ambas, tanto las religiosas como las de
tradiciones nacionales. Hasta donde les fue posible llegar a través de su
inmenso territorio, hay que reconocer que las Sisters of Mercy impartieron educación
a un amplio sector de la comunidad irlandesa. Como los Palotinos,
enseñaban solamente en inglés. El castellano era una materia extra y los
colegios permanecieron como “de habla inglesa e irlandesa” hasta que Perón los
obligó a su integración étnica.
Las carreras de caballos y la
celebración del Día de San Patricio se mantuvieron como un recuerdo de
identidad. William Bulfin introdujo el hurling en 1884. Este deporte fue
muy popular en la Argentina hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, que dificultó
la obtención de los palos que se utilizan en este deporte y que provenían de
Irlanda. En Buenos Aires se mantuvo esta identidad mediante el símbolo del
trébol, contrariamente a lo que sucedió en América del norte y otras partes del
mundo, donde simplemente lo pintaron. Los irlandeses fundaron clubes en
la provincia de Buenos Aires y abrieron bibliotecas. En general a los irlandeses se
les reconoce como parte responsables de la fundación del Jockey Club de Buenos
Aires, que ayudó a la Argentina asegurarse posiciones en el mundo como
criadores pura sangre. Pueblos y ciudades se expanden por las pampas con
nombres irlandeses, tales como: Duggan, Gahan, Gaynor, Kenny y Murphy entre
otros.
CERCA DE CASA
Los irlandeses siempre
mantuvieron contacto con su tierra natal, por eso los eventos que se realizaban
en Irlanda tenían una notable influencia en la Argentina. Se fundaron
asociaciones para la emancipación católica y para el rechazo de su unificación
con la Gran Bretaña en los años 1820, siendo sus mentores el Almirante
Guillermo Brown y el General Thomond O’Brien. El Padre Fahey organizó una
fundación destinada a socorrer a las víctimas de la hambruna, y algunos años
más tarde, en 1868, otro sacerdote irlandés, Padre John Leahy, fundó una
entidad para ayudar a los Fenianos ‘prisioneros en las cárceles inglesas por
luchar por la independencia’. ( ) Aunque en la Argentina jamás se notó una gran
rivalidad con el protestantismo sectario, como sí ocurrió en los Estados
Unidos, la Masonería tenía un efecto perturbador para los irlandeses en la
Argentina, cuyo origen se remonta a 1879 cuando los masones
participaron en el incendio de un colegio Jesuita en Buenos Aires. Por otra
parte, y debido a que durante las epidemias del cólera y la fiebre amarilla el
convento de las Sisters of Mercy fue excluido de prestar su colaboración, se
originó una profunda aversión anticatólica que influyó en el alejamiento de
estas monjas de la Argentina por aproximadamente una década. En 1890 regresaron
al país, posiblemente por gestiones que realizó Monseñor Dillon durante el
intervalo, aunque ellas prefirieron la gestión de Fahey antes que la de
Dillon.
En Irlanda comenzaron a organizarse
para defender la pertenencia de las tierras, y se crearon dos organizaciones:
la “League Land” (defensora de la reforma agraria) y el “Celtic Renaissance”
(Renacimiento celta). Los irlandeses en la Argentina también contribuyeron con
estos movimientos. Una rama de la “Liga Gaélica” fue establecida en 1899, y se
organizó la Fundación de Ayuda, con la finalidad de apuntalar económicamente a
la “League Land”, contribuyendo con ‘un importante aporte a Irlanda’ ( ) Los
lazos entre los argentino-irlandeses y sus ancestros durante este período, me
han producido -después de cien años- un golpe nostálgico muy fuerte cuando
visité la Basílica de Luján. Algo similar me ocurrió cuando visité las oficinas
del periódico “The Southern Cross”. La construcción neogótica de la basílica
debe ser una de las más finas arquitecturas de la Argentina. Sus agujas de 106
metros de altura y las torres elevadas, que impactan abruptamente sobre las
pampas, necesitan la descripción de un experto para poder describir todo su
esplendor.
La Virgen de Luján es venerada en toda
la Argentina. A propósito, ha habido dos peregrinaciones conjuntas entre la
Basílica de Knock en el Condado de Mayo en Irlanda y Luján en a Argentina.
Incluso se intercambiaron imágenes entre Luján y Mullingar, en el Condado de
Westmeath, de donde provienen la mayoría de los ancestros de la comunidad Argentino
Irlandesa. De hecho, el más piadoso dirá que muchos milagros se produjeron
durante el intercambio. En momentos en que los peregrinos subían los escalones
de la Catedral de Mullingar, la imagen se desprendió de la caja de vidrio
que llevaban en hombros y cayó contra el piso. Milagrosamente no se rompió. Un
participante de la procesión me relató solemnemente: “Luego, mientras
caminábamos por una de las naves de la catedral, alguien resbaló y la imagen
volvió a caerse y tampoco se rompió. Fue un milagro” Uno se pregunta si el
grupo que llevaba la imagen fue víctima repentina de alguna infección, porque
mientras subían al altar ¡la Virgen volvió a caerse por tercera vez! Y
nuevamente, la estatua de Paris no se rompió. “Debió ser un milagro” me dijo fervoroso
el devoto. Yo no hice comentario alguno. Después de todo -pensé- ¿Quién soy yo
para echar dudas sobre la explotación del negocio de los milagros? Pero
enseguida me dije: cuando las multinacionales se hayan ido (de Irlanda) y el
Tigre Celta esté lamiendo sus heridas, en Mullingar estará todavía la imagen
resistente de la Virgen de Luján escuchando los pedidos de trabajo. Actualmente
concurren al Santuario de Luján unos seis millones de personas al año, y
siempre habrá un milagro a su alrededor.
La antigua casa del Virrey está
conservada como museo y se cree que en ella está la más importante colección de
efectos y joyas de América Latina. La magnificencia de alguna de las perlas,
los ornamentos de plata finamente trabajados y sus esculturas, desafían a los
ladrones, aunque el lugar no tenga alarma antirrobos.
Una de las características que se
destacan de la basílica de Luján, es que guarda muchos recuerdos de los
irlandeses en vitrales, placas de donantes, etc. y un pródigo altar dedicado a
San Patricio con estatuas de San Columbano, San Malaquías, San Brendan, Santa
Clara y el mismo San Patricio. Cuando el día de San Patricio se celebra
en domingo, las comunidades argentino-irlandesas llenan la catedral. En el
altar hay una bandera verde con la siguiente inscripción: ’Eireann go bragh’ y
‘God Save Ireland’ (Dios salve a Irlanda), y a la par está la razón de mi
nostalgia: la placa conmemorando la primera peregrinación irlandesa a Luján en
1901. La inscripción, escrita en irlandés, fue el lema escogido en 1931 cuando
se fundó el Irish Press. Decía así: “De Cum Gloire De agus Onora na h-Eireann”
(Por la gloria de Dios y el honor de Irlanda)
La ayuda y la simpatía demostrada por
los argentino irlandeses a los movimientos por la independencia irlandesa se
vio reflejada en el primer revolucionario del Parlamento Irlandés, ilegal a los
ojos de los británicos, que acreditó la presencia diplomática en Argentina. El
17 de junio de 1919, el primer Dáil (representante de la Cámara Baja) designado
fue Eamon Bulfin como representante en Buenos Aires. Esto fue un año antes que
se nombraran representantes en Francia, Alemania, España y otras ciudades de
América.
La Cámara envió un emisario especial a
Buenos Aires el 25 de julio de 1921, buscando el reconocimiento de la República
de Irlanda. Este representante era Lawrence Ginnell, un destacado portavoz del
Sinn Féin durante la guerra anglo-irlandesa. Promovió las celebraciones de
misas de réquiem por “Las víctimas de la tiranía inglesa” ( ) pero el estallido
de hostilidades entre los mismos irlandeses obligó a de Valera a ordenar el
regreso de Ginnell, dejando su misión inconclusa, después de ocho meses de
gestión.
La guerra civil tuvo un efecto negativo
en las relaciones de Irlanda con América Latina, como la tuvo en su propio
país. Más tarde, por varias décadas, el principal foco de atracción para la
comunidad argentino-irlandesa respecto a Irlanda fue la realización del Congreso
Eucarístico de 1932, al que los argentinos enviaron una delegación. A los
procesos de arrestos fue agregado el estallido de la segunda guerra mundial. La
siguiente tabla comparativa, indica el balance de los contactos que tuvo
Irlanda en ese período:
Período
1925-1930
1931-1940
1941-1946
|
Llegadas
938
1.006
80
|
Partidas
259
157
10
|
Balance
679
849
70
|
Totales
2.024
426
1.598
|
AISLAMIENTO
Los años cuarenta y cincuenta fueron de
estancamiento para Irlanda, aunque hubo una leve señal gubernamental de ampliar
sus contactos diplomáticos con América Latina. Así que la primera misión
diplomática fue acreditada en 1947; y en 1958 Dublín designó a Joseph Horan, su
primer embajador en Buenos Aires. Durante los siguientes treinta años, fue la
única embajada acreditada en el continente Sur Americano. Cuando Horan llegó,
los contactos entre los irlandeses y los argentinos se habían diluido en el
tiempo. Los irlandeses que llegaron fueron en gran parte profesionales
contratados: Hombres de negocios, consultores, ingenieros, maestros, empleados
bancarios o sacerdotes por lo que Horan llegó a la conclusión de que la
inmigración irlandesa a la Argentina había concluido y que ya no se renovaba,
como sucedía con Australia, Canadá, Norte América y el Reino Unido. Esto
fue motivo para que se originara un aislamiento con la Argentina.
Uno de los resultados fue que las
mujeres de la comunidad no fueron preparadas para trabajos urbanos. En el año
1912 el diario Argentino Irlandés, “Fianna”, criticó fuertemente a la
comunidad, por mantener una actitud educativa similar a la que se impartía en
la época de la hambruna, ya superada. El artículo decía:
‘...actualmente hay una gran demanda en
Buenos Aires de dactilógrafas, vendedoras y maestras bilingües, y sería un verdadero
crimen condenar a las mujeres jóvenes de nuestra comunidad al más servil y peor
pago de los empleos como es el servicio doméstico, y que, por unos pocos
dólares extras para su educación, podrían tranquilamente integrarse a mejores
condiciones de vida con trabajos más livianos y un brillante porvenir.
Consecuentemente, sería para ellas más accesible conseguir maridos y pasar a
ser madres de familias educadas y cultas’.
Este comentario (31 de julio de 1912)
seguramente debió haber sido un simbolismo muy fuerte, porque el diario ¡dejó
de publicarse! Mientras que en el resto del mundo las mujeres iban a trabajar a
fábricas u oficinas, la gran influencia del clero argentino-irlandés se oponía
a que las mujeres se emplearan en estos trabajos, “para evitar todo contacto
con los negros” (italianos, españoles o descendientes criollos) Y en realidad a
los que ellos llamaban “los negros” (o los natives), eran de piel oscura y
descendían de los indígenas. Esta actitud racista dio lugar a que muchas chicas
irlandesas recibieran una educación precaria, no suficientemente adecuada para
emplearse como educadoras, oficinitas o secretarias. Solamente eran aptas para
la servidumbre doméstica, niñeras o amas de llaves. La mayor evidencia de esta realidad
fue la predicación que hacían los sacerdotes desde los púlpitos, condenando los
casamientos fuera del ámbito comunitario irlandés. ( ) Semejante presión, por
supuesto, acrecentó la práctica de los casamientos entre la comunidad
irlandesa. Un informe muy triste por cierto de la política aplicada por el
argentino irlandés, que, si bien comenzó durante la era del Padre Fahey con la
mejor de las buenas intenciones, su resultado oculto produjo lo que sigue:
Una amplia franja de gente sin bienes
ni recursos es sometida a la más vil servidumbre, consecuentemente afectando el
actual nivel de vida del argentino irlandés. Desde la colonización irlandesa,
en la Argentina ninguna clase media progresó” ( )
Sin dudas el panorama ha cambiado desde
los años cincuenta, pero también es cierto que muy pocos inmigrantes pudieron
convertirse en dueños de estancias e ingresar al círculo dominante de la
oligarquía, mucho menos de la cantidad que trabajaban para ellos. También es
cierto que una alta proporción de inmigrantes irlandeses no recibió ninguna
educación. En los años cincuenta era muy raro encontrar nombres irlandeses
entre los profesionales, aunque también es cierto que un alto porcentaje de argentinos pertenecientes
a la franja de la clase media, tampoco lo hicieron. Eso mismo sucedió en
Irlanda. La recopilación de datos censales demostró claramente que muchos
irlandeses tampoco recibieron una educación adecuada. No obstante,
siguiendo los lineamientos marcados por Fahey de mantenerse al margen de la
actividad política, la carencia de profesionales entrenados para ello
ciertamente fue un factor importante que mantuvo afuera de la política argentina
a los descendientes irlandeses.
DOS CASOS CASUALES
Los irlandeses, o más bien la misma
Irlanda, tuvo una notable incursión política durante la guerra
Falklans/Malvinas, que temporalmente impulsó la popularidad irlandesa en la
Argentina. En aquella oportunidad Irlanda convocó a la Comunidad Europea,
e instó a los países miembros a que por unanimidad se desestimaran las
sanciones económicas propuestas por la Gran Bretaña contra la Argentina.
Después que los británicos hundieran el crucero General Belgrano durante
la guerra, Irlanda logró que la CE levantara las sanciones. He oído en
repetidas oportunidades que el Primer Ministro Irlandés Charles Haughey “era un
héroe”.
Cuando estalló la guerra en 1982, se
produjeron dos casualidades que son las dos caras de una misma moneda. La
primera fue que en ese momento Joseph Doherty estaba peleando judicialmente su
deportación desde los EEUU a Belfast, atento a que era inminente que iba a ser
entregado a la República de Irlanda, que tiene un acuerdo con el Reino Unido de
mutua extradición. Su abogado, el legendario Paul O’Dwyer, logró llegar a un
acuerdo con el Departamento de Justicia de los EEUU por el que Doherty podía
ser dejado en libertad y radicarse en un tercer país amigo, si es que O’Dwyer
encontraba alguno. Eso quería decir: un país que no tuviera un acuerdo de mutua
extradición, como el apuntado entre Irlanda e Inglaterra. Eventualmente lo
encontró: Argentina. Afortunadamente, en esos momentos los argentinos no sabían
cómo gratificar a Irlanda después de finalizado el conflicto bélico, y
accedieron al pedido, por lo que Doherty no pudo ser extraditado a la República
de Irlanda y fue devuelto a Long Kesh. ( )
La segunda casualidad fue lo que
ocurrió con el busto de Padraig Pearse, el líder de la revuelta de Pascua de
1916 en Dublín, que se encuentra erigido en la Plaza Irlanda, ubicada al final
de la línea subterránea de Primera Junta de la ciudad de Buenos Aires, aledaña
a los colegios irlandeses Santa Brígida y Monseñor Dillon. Durante la guerra de
Malvinas, se desató una fuerte oleada antibritánica, pero algunos patriotas
argentinos no tuvieron la paciencia suficiente para leer la inscripción escrita
en el pedestal: ‘Docente, poeta y patriota irlandés...’ Como resultado de la
bronca, el pobre Pearse, a quien los ingleses fusilaron, voló en pedazos, como
si fuera un héroe británico...’
LA ANTIGUA Y LA NOVEL GENERACIÓN
Así como resulta imposible medir el
estado socioeconómico de todos los irlandeses en el mundo, también resulta
dificultoso calcular con exactitud la cantidad de descendientes que componen
las distintas comunidades. Los primeros inmigrantes están registrados
como súbditos británicos, tanto irlandeses como ingleses, pero gracias a un trabajo
minucioso encarado por Eduardo Coghlan que extrapoló los nombres irlandeses,
fue posible aclarar el panorama. El trabajo que hizo Coghlan es el más
consultado actualmente por la embajada irlandesa. Básicamente el referente de
este trabajo, entre otras figuras sobresalientes, tenemos a Guillermo
McLoughlin -el economista e historiador de Buenos Aires que viaja
permanentemente entre la Argentina e Irlanda y ha investigado minuciosamente los
vínculos de ambas naciones como ninguno- concluyó: ‘Actualmente, más de medio
millón de personas diseminadas por todo el país puede proclamar su descendencia
irlandesa’ ( ) Otros, tomando exclusivamente los nombres irlandeses, hablan de
una suma de alrededor de 300.000. No obstante, McLoughlin aclara que él tiene
en cuenta a las mujeres con apellidos irlandeses que, por su condición de
casadas, su descendencia pierde el apellido materno, pero siguen siendo de
ascendencia irlandesa.
Con la mayor prosperidad registrada en
los últimos años tanto en Irlanda como en la Argentina, y con las mejores
posibilidades que tiene la gente de costearse un pasaje aéreo, los viajes entre
los dos países han crecido considerablemente entre los años 1987-1997. También
en la Argentina, como en cualquier otra parte del mundo, la música irlandesa ha
jugado un papel muy importante y se ha ganado la adhesión entre los jóvenes. El
conjunto popular “The Wolfetones” tuvo un gran éxito musical tanto en Irlanda
como en la Argentina, a través de una canción en la que ensamblan sus versos
entre el Almirante Brown y las Islas Malvinas. Otro grupo musical
argentino “The Shepherds”, se especializa en música celta, y grupos irlandeses
como “U2” y “The Chieftains” son populares cada uno en sus estilos. El popular
grupo “Boyzone” visitó la Argentina unos días antes de mi arribo a Buenos
Aires, y mientras escribo este libro, el pintoresco académico y político
irlandés, Senador David Norris prepara su propio show en Dublín con la semana
de “Ulises” de Joyce. En cuanto a lo deportivo, cada tanto los equipos de rugby
de la Argentina e Irlanda se enfrentan, y cuando el equipo amateur Los Pumas le
propina un bien merecido castigo, el soberbio y profesional Tigre Celta
recupera un poco -no toda- la humildad perdida.
La variada gama de instituciones que
pueden visitarse en los alrededores de Buenos Aires devela a simple vista, el
panorama de la vieja y la nueva generación. A unos cincuenta kilómetros al sur
de Buenos Aires, se encuentra el “St. Patrick’s Home”, un hogar para ancianos
irlandeses. Un retrato de Daniel O’Connell pende en un lugar de privilegio, con
un manuscrito del Libertador: ‘Your faithful servant Daniel O’Connell”’ (‘Tu
siervo fiel Daniel O’Connell’). En el día de San Patricio se pueden escuchar historias tristes
de aventuras y desventuras. Uno de los residentes me contó que había perdido
toda su propiedad de unos cuantos cientos de hectáreas a causa de las
inundaciones. Ahora con sus ochenta años recuerda haber sido en su juventud un reconocido
atleta, que había jugado al rugby, esquiado en los Andes y viajado alrededor
del mundo en un yate. ‘Ahora permaneceré acá hasta que Dios diga que vuelva a
casa’ dijo resignado. Igual que el resto de los internos, estaba impecablemente
vestido, sus ropas pulcras y planchadas y sus uñas prolijamente cortadas. Otro
de ellos me contó que había llegado a la Argentina como estudiante misionero en
1925 cuando tenía 17 años. Dijo recordar la guerra anglo-irlandesa: “He visto a
los chicos de la colina tomar el fortín Clonmel” y añadió melancólico:
“Desearía no haber cruzado nunca ese mar” También mantuve una conversación con
una anciana que supo ser secretaria de la embajada irlandesa. Era de carácter
muy jovial. Ese día estaba sumamente feliz.
El hogar es mantenido por varias
instituciones de la comunidad irlandesa, encargadas de recaudar fondos a través
de distintas actividades. El edificio -un ex molino harinero- es muy antiguo y
aunque se contara con el dinero suficiente para su restauración, está en duda
la conveniencia de invertir tanto dinero en una estructura tan vieja. Todo el
ambiente se veía pulcramente acomodado y muy lustroso, pero las alfombras
estaban gastadas y el mobiliario es muy antiguo. El hogar no recibe ningún tipo
de subsidio del estado. Es muy probable que con el correr de los años se
clausure. El número de internos bajó de 50 a 32 y los residentes actuales,
serán derivados a instituciones de sus propias comunidades.
También tuve oportunidad de visitar el
Hurling Club ubicado en los suburbios de la ciudad. Al ingresar uno se
encuentra con una gran cantidad de tréboles estampados a la entrada. Más
detalles irlandeses se encuentran en los acolchados que resguardan los palos de
los arcos, pintados con los colores de la bandera irlandesa: verde, blanco y
anaranjado. También es inevitable encontrarse con el humor irlandés salpicado
de pícara malicia: “¡Oh, mi Dios! ¡Claro que Belgrano era gay! Todo el mundo lo
sabe; y San Martín tuvo una amante de 14 años. Eran todos masones, incluso
Brown. Era un corsario borracho. Nunca aprendió a hablar el castellano.” Más
tarde, algunas palabras demoledoras sobre los íconos nacionales. El que
hablaba, un miembro del club me presentó así a un hombre morocho, tipo francés.
“Este es nuestro único negro”
El presidente del club, Alex Quinn, un
dinámico hombre de negocios, fue socio del club desde el día de su nacimiento;
su hermano es el vicepresidente y su padre, años ha, también fue el presidente.
El Hurling Club actualmente tiene solamente 900 socios, cuando en realidad eran
3.000. Quinn estima que la merma de socios se debe al gran número de entidades
deportivas que se fueron creando en el tiempo con múltiples atracciones, por lo
que tiene planes de utilizar los terrenos y ampliar las instalaciones, mediante
un convenio con el club militar aledaño, y de esa manera, entre ambas entidades
recaudar más fondos y construir un colegio, por cuanto la actual escuela de
cultura inglesa está resultando muy costosa para la comunidad irlandesa.
Uno de los colegios irlandeses que
actualmente está en pleno crecimiento es el Cardenal Newman dirigido por los
Christian Brothers, algunos de los cuales viven en el colegio, pero trabajan en
los barrios. “Cuando llegan a conocerte está todo bien, pero de todas maneras
las drogas y el desempleo lo torna peligroso” me dijeron. Probablemente en el
Cardenal Newman no se encuentren drogas. El edificio y el terreno son
impresionantes y los hermanos, obviamente siguen manteniendo las tradiciones
irlandesas, han incursionado en los deportes argentinos. Una vitrina enorme en
el hall de entrada está llena de magníficos trofeos de plata ganados por el
equipo de polo del colegio.
Fui a una misa y a un concierto en el
colegio. En la iglesia había alrededor de 700 personas que asistían al oficio
religioso presidido por las banderas Argentina e irlandesa, junto a retratos de
San Patricio y del Hermano Edmundo Ignacio Rice desplegados en el altar
mayor. La feligresía varía entre niños en brazos hasta ancianos. La
concurrencia fue mucho mayor en la sala de conciertos. Cuando un integrante de
la comunidad apareció en el escenario para cantar una canción de los Clancy
Brothers, la plataforma se elevó, mientras que en el bar la gente permanecía de
pie. Fue una velada muy alegre y una muestra de una comunidad entusiasta. El
Padre Fidelis Rush, un sacerdote pasionista que en sus ochenta actuó como un
postrer padre Fahey y murió no hace mucho tiempo, fue el espíritu viviente del
evento. Planificó presentar funciones similares en los cuatro rincones de la
ciudad, y consideró que las multitudes serían iguales, o más numerosas. A pesar
de la evidente declinación de los viejos tiempos, el número de niños en el acto
del Colegio Cardenal Newman pareciera augurar un buen futuro para la comunidad
irlandesa.
Fui invitado a dictar algunas
conferencias en la Universidad de Luján y en el Colegio Santa Brígida, que fue
fundada por las Sisters of Marcy. En ambas reuniones hubo una gran concurrencia
– ¡aunque en Santa Brígida las chicas fueron por obligación! En esa oportunidad
las alumnas me pasaron por debajo unas notas con algunos comentarios
peyorativos hacia sus profesoras. Necesité la ayuda del traductor de Luján,
pero no obstante las preguntas mostraron un evidente interés por Irlanda en
general y el proceso de paz en particular. Un día o dos después de mi charla en
Santa Brígida, la eficiente directora -el tiempo de las monjas es pasado- trajo
a algunas chicas para preparar un asado en mi honor y para que bailaran algunas
danzas gauchas. Una de las chicas recitó un poema de Seamus Heaney que había
aprendido después de mi conferencia.
Las librerías exclusivas de venta de
libros son un real indicador del constante crecimiento de la cultura
intelectual y económica. Es altamente significativo que algunos de los más
importantes vendedores de libros en la Argentina y también en América Latina,
sean de origen irlandés. Kathleen Duggan es la elegante, y aparentemente
eficiente, miembro del grupo familiar compuesto por ella y sus hermanas
(Maureen y Margaret) quienes, con la asistencia de las hijas de Kathleen,
Rosanna y Eileen, administran el negocio de libros “Kel”. Kathleen me dijo que
el interés por los escritores irlandeses crece constantemente. “Kel” es la
librería más grande de Buenos Aires en ventas de libros en inglés, con una
selecta y numerosa concurrencia, de similar característica a su casa central,
que está siempre colmada de gente aficionada a la lectura. También se dictan
clases de irlandés en la sucursal de Belgrano, que igualmente está muy bien
atendida. Los Duggan pertenecen a la segunda generación de una familia
irlandesa originaria de Tipperary.
EL FUTURO
¿Habrá más como ellos? ¿Cuáles son las
perspectivas futuras de esta sección de la diáspora irlandesa? Obviamente
dependerá del contacto que se mantenga con Irlanda y la continuidad de los
líderes de las comunidades en el traspaso a las nuevas generaciones. Cuando le
pregunté al Padre Kevin O’Neill qué opinaba sobre las perspectivas de que la
comunidad irlandesa se rejuveneciera por sí misma, me respondió: “Nunca vi
alguna perspectiva de extinción...”
Voy a dejarle la última palabra a Hugh
O’Shaughnessy, el eximio autor londinense, periodista y locutor, considerado
una autoridad en cuestiones irlandesas y latinoamericanas en general:
“En la retrospección, los irlandeses
alcanzaron más en la región de lo que cualquiera podría esperar por su ínfima
cantidad numérica. Desde un virrey irlandés, pasando por un soldado irlandés,
más los religiosos, arquitectos y hombres de negocios, todos están mezclados en
la historia de América Latina. ¿Qué sería de Buenos Aires sin el edificio
Kavanagh? ¿O San Juan si Marshal Alejandro O’Reilly no hubiese construido la
gran fortaleza Morro? ¿Qué sería de Chile sin la marcialidad del General
Bernardo O’Higgins? ¿O Paraguay sin la sofisticada Elisa Lynch?
Irlanda vertió una gran esencia en el cóctel latinoamericano. Y todavía se lo puede saborear”
De hecho, que se puede, y por mi parte
debo decir que encontré el sabor argentino particularmente muy seductor.
DEL
AUTOR
TIM
PAT COOGAN
Tim
Pat Coogan es el escritor histórico más conocido de Irlanda. Su primer libro
“Ireland Since The Rising” (‘Irlanda a partir del levantamiento’), publicado en
1966, fue un trabajo pionero, el primero en la historia de los cincuenta años
que siguieron al levantamiento de 1916. Le dio a una nueva generación, una
visión de lo que fue la guerra civil, la partición, la aparición y el
desarrollo constitucional de Fianna Fail, Fine Gael y el desarrollo
inconstitucional del IRA.
Su
posterior libro, el IRA, publicado por primera vez en 1970, se convirtió en la
obra definitiva sobre el tema y ha sido reeditado en varias ediciones e
idiomas.
Su
escrito sobre la biografía de Michael Collins, publicado en 1990 recordando el
centenario de su nacimiento, creó una notable reactivación del interés, en
ambos lados del Atlántico, sobre Collins y su tiempo. Como resultado de la
investigación de Coogan las nuevas generaciones quedaron fascinadas, no sólo
por el legendario héroe y los retos a los que se
enfrentó,
sino en la relevancia de su trato con los Seis Condados y los resultados
actuales. Así lo demuestran los innumerables escritos publicados sobre su
accionar; los programas de televisión resaltando su figura; una película
protagonizada por Liam Neeson y hasta la elaboración de una popular marca de
whiskey irlandés recordando al héroe legendario.
Tim Pat Coogan |
Más
recientemente, en 2012, su libro “The Famine Plot” (‘La Conjura de la
Hambruna’) presenta una nueva visión sobre las causas del hambre, sus efectos
indescriptibles, el legado de lo que significó la "mentalidad de la
hambruna" que siguió a los inmigrantes a través del Atlántico hasta las
costas de los Estados Unidos y los efectos que dejó sobre sus descendientes.
Otras
obras de Coogan incluyen “On the Blanket” (‘Sobre la Manta’), un estudio sobre
la protesta sucia que precedió a las huelgas de hambre de 1981, una biografía
de De Valera, “Long Fellow, Long Shadow” (‘Tipo Largo, Sombra Larga’); la
primera gran obra sobre la diáspora irlandesa, “Wherever Green is Worn”
(‘Donquiera que se use el verde’) (2000) e “Ireland in the Twentieth Centrury”
(‘Irlanda en el siglo XX’) (2003).
La
carrera de Coogan como autor y periodista (fue editor de Prensa de Irlanda
entre 1968 y 1987) le ha llevado por todo el mundo entrevistando a figuras tan
diversas como Ronald Reagan y Mumar Ghadafi, lo que hizo que su personalidad
muy particular, lo convirtiera en una popular figura los ámbitos radiales y
televisivos.
Sus
“Memorias” fueron publicadas por Weidenfeld y Nicolson en septiembre de 2008